Suave tranquilidad la de hoy. Corre una agradable brisa que te reconcilia un poco (tampoco mucho) con el calor del sol. Hoy no me cago en el sol, de momento...pero seguro que a lo largo de la tarde, lo acabaré haciendo. Y porque es Verano y al Verano lo conozco muy bien y sé que no se va quedar tranquilo hasta que mis huevos suden en plan torrentera. Bueno y además, estamos de pre fiestas y por eso la gente de éste pueblo poco a poco va entrando en calor (me refiero al calor de la fiesta), que es el calor que se tiene por el ardor guerrero que les produce la fiesta (a mí, no me lo produce y por lo tanto, estoy a salvo), a eso hay que sumar el calor interno que se logra con el alcohol y además hay que añadir, el insoportable calor del medio ambiente que junto a la piña de gente que en las fiestas deambula de un lado al otro y es de suponer, que algo deben de estar buscando. ¿Quizás un sentido a su vida?...¿qué se puede buscar en plan piña pegajosa y alcohólica?. Como decía el otro: sangre, sudor y lágrimas. Sangre una poca, lágrimas aún menos, pero sudor en cantidades industriales. Salvo que se produzca una catástrofe la sangre derramada y la cantidad de lágrimas tienden a ser nimias o minúsculas. En las fiestas de mi pueblo, corre el vino o mejor dicho el gin (ginebra) con limonada y bien fría no sabéis lo bien que entra y por eso se cogen unas fenomenales cogorzas.
Pues por el tema de las fiestas, en mi calle han puesto unas cintas de papel plastificado de todos los colores que van de lado a lado de la calle y con el movimiento que les produce la brisa marina, crean su propio concierto. Es relajante su música. Es otra forma de oír al viento. Es sintonía en otra melodía, quizá un pelín plastificada y por poner, un pero. ¡Joder! desde que me quitaron al vecino de enfrente, mejor dicho desde que se fue de esa casa y se fue a saber a cual casa se ha ido, él no puede saber, lo que le echo de menos. Mi gordo grasiento comiendo sus bocadillos de beicon y con su inmensa barriga asomando por el borde su ventana y como si fuera un gran colgajo de grasa envuelto en piel. Bueno y que deciros de cuando se dormía de pie en la ventana, (que por cierto, tengo el deber de aclarar que cada uno se puede dormir como le da la real gana, pero siempre que sea sin molestar al resto de la peña). Que no era el caso, porque el gordo grasiento, emitía unos ronquidos como de foca en época de apareamiento y la calle y nuestra puta calle, era su caja de resonancia. Eran ronquidos de reclamo y para ver si alguien acudía a la llamada de Tarzán.
Véis lo que pasa, que ahora me da pena del tío...que lo echo de menos...que siento un vacío en la boca de mi estómago y no es amor lo que estoy sintiendo, es otra cosa que no sé definir. No sé, el tío estará por ahí dando cantos de Sireno y supongo que tendrá su nuevo público devoto. Yo fuí su fan número uno y si supiera donde va a dar el próximo recital, allí estaría sin demora. Sería el primero de la fila. Pero no, lo que tengo ahora, no es lo mismo. Sus habitantes de ahora (los de la casa de enfrente, antes ocupada por mi gordo grasiento), apenas asoman su cabeza y es más, no tengo ni puta idea de quienes son y aún es más no sé si son uno, dos, tres o 24. Ay!!! como echo de menos aquellas serenatas a la luz de la Luna y a las 3 o 4 de la mañana y despertando a la peña y hasta que alguien en su sano juicio, le decía algo en forma de grito o alarido, el tío no se callaba, pero media hora más tarde, allí volvía el cantor de Viena con su extraordinaria voz de tenor. Y no sé, al final la noche iba transcurriendo...y os juro, que no pasaba nada más que lo que tenía que pasar. Yo a la película le pondría de título: "Los ronquidos del Sireno".

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