Nosotros,
los que hablamos solos
y ante el espejo
nos vemos igualmente, solos...
no necesitamos palabras de aliento
ni una palmada en la espalda
ni un brazo amigo por encima del hombro
y ni siquiera necesitamos,
un abrazo de consuelo.
Nosotros,
los que hablamos y estamos solos
nos sobramos a nosotros mismos
somos seres poco necesitados
estamos dotados de un sexto sentido
y cuando percibimos un mal momento
nos involucionamos más, si cabe,
y nos cubrimos por un caparazón fortalecido
que nos separa de la lluvia, del frío y del viento gélido.

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