No me queda nada...
nada más que el silencio
que rodea a estas tardes de invierno.
El chasquido de la leña al quemarse
me suena a queja, a llanto,
y a grito desgarrador desde lo más profundo del averno
pero simplemente es leña
y yo, un simple ser humano.
No soy de los que se queja por quejarse,
ni de los que dicen basta cuando todo ha pasado
los trenes pasan y la nieve se derrite en las montañas
mientras en el valle no llueve
ni se quita esa neblina grisácea de mis ojos.
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