MI OTRO YO PEQUEÑITO

 Ha pasado el día y no he escrito la crónica del día, esa que empieza de esa manera... Hoy es día 1 de diciembre de 2.013 y es domingo. Bueno pues fue un domingo como otro domingo cualquiera de invierno, casi todo el tiempo en casa y al calor de la leña y por suerte, rodeado de mis tres hijos. Frío y lluvia y mucho pensamiento intimista e introspectivo y esto es lógico, este tiempo invernal te hace recogerte y meterte en las profundidades de tus adentros. Y hay veces que todo va en su orden y en su cadencia lógica, pero hay otras en que no te encuentras con todo ordenado y bien colocado y tal como lo habías dejado la última vez que entraste en tí (que no en trance). Pues eso, que te llevas sorpresas, sorpresas inesperadas, tal como son todas las sorpresas.

Sin darte cuenta entran nuevos elementos en tu cabeza y que con el paso de los días, se van acomodando y cuando abres de nuevo tu cerebro, te los encuentras sentados en tu sala de estar y muchas veces en el sofá y tan relajados y tan tranquilos, están como si fuera su propia casa y hasta tú llegas a pensar que eres el extraño en tu casa. Así es la vida, en este caso la puta vida y digo puta, porque a veces te cansas y te agotas de ver caras o asuntos nuevos o excesivamente enrevesados que están viciados. Yo sé que no hay un esquema definitivo sobre la vida, pero el que el que sepa eso, no me alivia lo más mínimo, al revés pienso que es un sobrepeso en tu cerebro.

A mi me gustaría ser igual de como soy a veces, radical y sin contemplaciones y si algo no me gusta y ya sea un pensamiento nuevo o viejo, lo descarto sin más y sin putos remordimientos. Creo que en el otro yo, a mí me gustaría ser un tío duro y un tío duro sin escrúpulos y duro de cara y duro de alma, duro como el turrón duro y duro como el acero que exportan para Alemania. Me gustaría tanto, que el solo hecho de pensarlo, me entusiasma y pongo y entreno esa cara de poker y del que no siento nada y quizás lo que quiero demostrarme a mí mismo, es que realmente sirvo para el papel de malo.

Ojalá sirviera para eso, ojalá fuera un tío sin dudas y sin sombras, un tío claro y traslúcido y nítido como el agua de la lluvia y fuerte como un leño de roble envejecido y lúcido como la luz de un faro al pie de un acantilado y sincero y ...y...y...Y bueno soy lo que soy y me reivindico por ello, soy yo con mis virtudes y mis defectos y también con mis dudas existenciales, soy yo, por suerte y por desgracia. Dentro de mí tengo otro yo pequeñito, pequeñito pero matón, pues las pocas veces que habla, habla claro y fuerte y ese yo pequeñito en este momento me está diciendo, que es mejor que me calle y que a partir de ahora, él se hará cargo y que tomará el mando de todo. O sea que en definitiva, yo me callo...y dejo hablar a mi yo pequeñito.




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JULIO CORTÁZAR