Yo tenía muchas dudas y ahora, las sigo teniendo solo que ahora están más atenuadas y no me rompen tanto por dentro. Ahora, pienso y muy pocas cosas me pasan por dentro, mejor dicho me pasan muchas cosas por dentro, pero yo me refería a que pensar no me destruye como antes. Ahora pienso y salgo fortalecido y cada pensamiento es un paso hacia lo desconocido y una idea nueva es la luz que me ilumina. Yo de toda la vida, quería ser poeta, pero en mis tiempos más jóvenes me daba vergüenza decirlo y porque sin darme cuenta estaba cortado por un patrón de muy de macho y todo lo sensible me resultaba ser demasiado sensiblero y había que reírse de las personas sensibles y porque sí. Yo recuerdo momentos en mi vida en que tenía abolida la sensibilidad y la debilidad era un tema inabordable y porque no entraba en mi raciocinio esa posibilidad. Lo débil a la basura y lo fuerte era mi objetivo. Y ahora me pasa al revés y siento vergüenza cuando digo esto de como era yo de bestia en ciertos momentos de mi vida. Tampoco es que mi época de supermacho, fuera un período muy largo y porque nunca fue una década ni siquiera unos pocos años, fuí macho a ratos, a meses y a fines de semana.
No recuerdo que en esos momentos me sintiera bien conmigo mismo. Ni siquiera me reivindicaba y yo sabía y lo sabía perfectamente, que estaba ejerciendo de payaso y de hacer el ridículo. Uno no puede levantar bandera ante esa inmundicia y por eso en esos pequeños momentos o ratos, era el más mudo de la tribu. Pasar desapercibido, era mi lema de andar por la vida. Quizá fueron de los peores momentos que pasé en mi puta vida y claro y a continuación de ellos, salía rebotado y me esforzaba hasta el delirio por ser el más guai y el más enrollado. Pero era efecto rebote al cien por cien. Tuvieron que pasar años y años y penas y más penas y subidas y grandes bajadas y entonces, empecé de nuevo a ser consciente de que me estaba instalando en otra época mucho más humana y más sensible y lo de la poesía fue consecuencia de todo ese proceso.
Bueno, también influyó que hubiera pasado por el loquero (estuve dos veces y un mes de cada vez) y eso me obligó a indagar en mi pasado y a poner todas las cartas sobre la mesa. Me acuerdo de mis procesos mentales y de como me esforzaba en llegar hasta el fondo de las cosas. Y cuando has tocado fondo ya sabes perfectamente hasta donde puedes llegar y porque detrás de ese profundo fondo de ciénaga, solo está el posible suicidio. Y yo de suicidarme nunca quise saber del tema y cuando llegaba a pensar en esa posibilidad, se me ponían los pelos de punta. Algunas malas lenguas le llaman ser un cobarde y entonces yo soy el más cobarde de todos, pero como cobarde que soy tengo que decir que gracias a ello, sigo vivito y coleando. Y eso es de agradecer y mucho.
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