Cuando alguien desparece y ya sea del mapa o del mundo en que vivimos, en teoría se debía crear un vacío dentro de nosotros y digo en teoría, porque no siempre se produce. Por lo menos es lo que a mí me pasa y no entro en que esté bien o que esté mal y porque, como decirlo, si algo o alguien te deja en un estado anodino y neutro, será por algo. Porque a lo mejor desde antes, no era como tú pensabas que así tenía que ser y era otra persona que hasta ese mismo momento no bajó del pedestal que tú mismo le habías construído. Hay personas que idealizas, que las haces a tu propia medida, que las incluyes dentro de tus amistades y un día te das cuenta, que no pasan a ser tus enemigos, pero sí que las colocas en tierra de nadie. De la amistad pasan a la indiferencia y en suspiro o en una triste mirada y porque es muy triste pasar de la amistad a la indiferencia. A veces, no hacen falta grandes hechos llenos de maldad, para situar a alguien donde siempre debió estar desde siempre. Claro que si después tiras del hilo de la memoria, siempre te encuentras con antecedentes de su maldad escondida, hay hechos y contrahechos, hay malas contestaciones, hay desprecios, hay malas ideas que iban dirigidas a tu persona, hay risas a tu espalda y hay demasiadas malas ondas que en su momento y por el motivo que fuera, no le diste la importancia que realmente tenían.
Y claro, cuando te metes el gran batacazo con esa persona, pasa que por supuesto no querrás saber más de ella. Pero como hasta este momento nunca le habías dicho nada, se lleva la sorpresa, de lo que para tí aquella falsa amistad, de que se ha ido a la mierda. Y como no todo se puede explicar y como además, no quieres hacer daño gratuitamente más del que has hecho y porque a veces, es imposible de explicar algunas cosas en este mundo y puede que en el otro, pues decides cortar por lo sano o por lo insano. La culpa, si hay culpa en este mundo de dios, la tiene el haberme callado todo ese montón de pequeños y malos detalles, que en realidad se fueron sumando o multiplicando. De repente llega un día en que todo explota y aquella amistad idealizada y construída a tu medida (porque esto también va de egos), se deshace como un castillo de naipes. Tú, esto lo entiendes y porque te está pasando a tí, pero a lo mejor la otra persona, no entiende nada y porque para ella nada había cambiado.
Tener las palabras justas para dar una mala noticia de este tipo, es muy difícil de conseguir. Además, todo esto nunca será justo y porque el momento en que lo debiste decir ha pasado y por eso no es justo que años después, vengas tú con rollos que han pasado hace 20 años. No, no es justo, pero es lo que hay. Consejo, no te guardes nada y pase lo que pase dílo todo. Aunque no es el caso, pues 20 años después es cuando me he dado cuenta que me había callado un millón de cosas y no antes y en su debido momento. Pero bueno, si tiene que haber algún culpable, soy yo el mejor candidato. Soy culpable y lo siento mucho. Creo que he sido culpable muchas veces en mi vida y en casi todas la cobardía cobarde estaba detrás.

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