Cuando éramos 3 iluminados, éramos eso, 3 iluminados que pensábamos que nos íbamos a comer el mundo y después de más de cinco décadas que han pasado por el medio, puedo comprobar y asegurar que sólo nos hemos comido un trocito de nada, digamos, que solo fue un detalle de todo el pastel. Una esquinita así de pequeñita. Claro que el pastel de aquellas era grande, enorme, brillante, alucinante y con ese pastel iba cambiar del todo nuestras penosas vidas. Al final, el pastel tampoco era tan grande, ni tan brillante como una estrella rutilante y era un poco de plástico mezclado con ideas cuasi delirantes y por el camino los 3 iluminados y otros, hemos tenido que reconvertir el pastel. Y ahora es más sosegado, no tan febril, menos idealista pero a la vez más realista y más entendido en el tema personal, es decir, se preocupa más por tu bienestar y por la igualdad y porque la guerra se vaya a la mierda y sea del signo que sea. Hoy mismo diría que me quedaría más tranquilo si se acabara la guerra de Israel con Palestino o la de Ucrania y Rusia y antes en cambio, pedía la revolución mundial, cosa que nunca se produjo.
Total que al final hablamos de revoluciones que a lo largo de la historia se han producido, pero desde mi niñez hasta ahora en que soy un viejo maduro, no he visto una revolución que mereciera la pena. Todas han sido pufos que se han llevado la vida de miles de personas y total ¿para qué?...para que el que estaba abajo pase a estar arriba y para después hacer exactamente lo mismo que hacían los otros. Y por el medio repito, han quedado miles de muertos que creían en una causa o en una revolución. Se pone el mundo al revés de lo que estaba pero con distintos protagonistas, con otro ejército, con otra policía y con otros payasos que nos quieren decir que vivimos mejor en su nuevo circo. Ni un circo ni el otro, pero el que nos habla de revolución comete un delito muy grave, nos engaña y nos hace creer en una causa que por supuesto tiene una nueva bandera y un ejército que desfila mucho mejor que el otro y con más armas si cabe.
Nos vendieron una moto y era una bicicleta de pedales. Nos prometieron pan para todos y una nueva élite se apoderó de él. Yo lucho por los derechos sociales y humanos y para que no haya más guerras en la tierra, ni más genocidios, ni más asesinatos de mujeres, ni más hambre en el mundo y es tan larga mi lista, que no me quedaría tiempo y espacio para poder escribir todos mis deseos. Paz y amor y tal como decían los jipis.
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