Hoy me siento en el ángulo muerto de aquella curva tan cerrada,
o en el agujero más escondido de mi propia oscuridad gelatinosa
allí donde no crece ni la hierba
donde los árboles se han secado por aburrimiento
por tanto esperar por tu presencia
y donde la vida transcurre bajo las raíces de la tierra madre.
Allí vivo escondido
nadie me llama, nadie me escucha,
nadie me dice nada que llame mi atención.
Claro que cuando el día toma forma
y hace poso en el fondo de mi alma,
me abro a todo lo que veo y quiero,
me siento fuerte y potente,
sensible y sensitivo,
amable y cariñoso,
y entonces me convierto en perro flaco muerto de hambre
mi cordura huye de mi poca prudencia
lo más loco anida dentro de mis agallas
y lo más lindo que tú tienes
es tu bonita sonrisa franca
y esa sonrisa jamás será borrada de mi memoria.
Y juro, que me la llevaré conmigo al otro lado.
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