Prefiero sentir mis penas
antes de que me quede sin ellas.
Claro que prefiero la alegría sincera
la risa contagiosa
las noches de luna llena
y un cuerpo a mi lado que me diga
¡te quiero!.
Pero es verdad que a veces
añoro mis penas
y porque de ellas he aprendido tanto
y con tanto cariño y con tanto amor
que al final, se me hace muy difícil
poder desprenderme de ellas.
Yo quiero ser feliz
y yo sé que eso mismo es una quimera
que es más un deseo
o que simplemente forma parte de un sueño.
Pero que otra cosa se puede pedir de mí,
si no es vivir con las penas y alegrías de cada día
y como meta tener una preciosa quimera
plantada en el jardín de mi casa.

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