Vivir mediterraneamente y en el medio del mar y comprar algunos de mis
muebles en Ikea, ¡que más se puede pedir!. Pues ya pasé la tortura
Ikeana y la verdad es que no fué para tanto, ni tampoco se me fueron los
ojos detrás de nada que no necesitara y eso ya es difícil, no caer en
la tentación de comprarte un envoltorio, que después no te sirve para
nada. De todas formas falta lo más doloroso, que será montarlos, pero
como vivo en donde vivo, tardarán una semana en llegar. Mientras tanto,
yo sobrevivo como puedo y en ésta noche plácida me acompaño de mis
escritos y de una música de fondo, vamos para entretener la velada y que
se haga más agradable.
No sé, pero
estoy dudando entre suicidarme o maltratarme, pues pienso que no se
puede vivir tan placidamente, y no hay derecho que un tío como yo, pueda
vivir de ésta manera y por eso le pido a dios que me castigue. Claro
que en éstos tiempos que vivimos decir esto demasiado alto, puede sonar
mal y sino lo grito a los cuatro vientos es por respeto a los que sufren
las consecuencias de esta puta crisis o sea a los desahuciados y
parados y alguno más que se me olvida en éste momento. Ahora lo digo
bien alto por lo bajines, asi en petit comité, vamos entre amigos, yo me
encuentro tan a gusto que me voy a correr de un momento a otro.
Estas noches de verano fresco son impagables, el ambiente, las risas,
las voces, la gente, el agua como un plato y yo aquí tan tranquilo,
disfrutando del momento y saboreando éste placer de los dioses. Puede
sonar a exageración, puede, pero no lo es, es lo que siento en éste
instante. Eso no quiere decir que no tenga mis momentos malos, los tengo
claro, porque si no sería un gilipollas papahostias y puedo ser de
todo, menos eso.

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