VALORES

           Y cuando me pongo a pensar me doy cuenta que soy la hostia y que soy como una telaraña, espesa y pegojosa, pero al mismo tiempo también es sedosa y que además se deja mecer por la brisa. Y es que también la telaraña atrapa, y si cae algo lo atrapa, y eso es lo que me pasa a mi, sólo que lo que yo atrapo, es a mi mismo. Que enrevesado, ¡verdad!. Pero así son las cosas, las cosas son sencillas para uno mismo, pero son complicadas a la vista de los demás. ¿Y soy la telaraña o la araña que la teje? o soy las dos cosas a la vez, pues me gusta atrpar a las personas, pero también me gusta clavarles mi aguijón. ¿Y a quién no?.

                               Yo sólo tengo una virtud clara, ser sincero, ahora lo soy, antes no, pero vamos a lo que vamos y yo hablo de ahora y entonces me gusta ser sincero. Vale y eso que conlleva, pues conlleva decir las cosas a la cara, con tacto, eso sí, pero decirlas tal como las pienso. Y he comprobado en éste tiempo, que yo no estaba preparado antes, para que me las dijeran así de claras y que en general las personas carecen de esa flexibilidad necesaria para poder aceptar las cosas. Claro que tengo que decirlo todo y en que en éste tiempo, dije las cosas muy claras, pero no siempre con el respecto requerido o sea dichas, sin tacto, pues me podía en ansia, el ansia de querer decirlas. O sea me volví compulsivo y tardé mi tiempo en darme cuenta. Claro que a base de hostias se va aprendiendo y poco a poco me di cuenta de que algo no estaba funcionando. Y queda dicho, que siento el daño hecho y es que a veces rocé la crueldad y eso, por desgracia, se me da muy bien, la crueldad nació conmigo y de niño aprendí a manejarla como se maneja un muñeco. Más tarde la fui controlando un poco más y no la usé con tanta frecuencia, hasta que la vida se empezó a retorcer y entonces la volví a coger como arma arrojadiza.

                                Y después de disculparme, sigo mi perorata. pues la gente o las personas y dicho con todo el respeto, en su mayoría no entienden una crítica construtiva y creo que es porque no estamos acostumbrados a que las criticas sean constructivas, pues muchas veces se usan con mala idea o sea en principio se da el pego de ser construtiva y el fondo del tema, es destruirte y dejarte hecho añicos. Y éste es un problema de funcionamiento en ésta sociedad, pues se priman los valores arribistas y a los trepas y a los Judas y a los fariseos y a los mercantilistas y a los malos compañeros. Donde quedó el compañerismo, la camaradería, el humanismo, la sinceridad y la solidaridad. Yo no sé en que punto se rompió la cuerda, sólo sé que se rompió y ahora quién sabe como recomponerla, porque yo no lo sé, esos valores se los llevó el viento y por desgracia, se los llevó muy lejos. A lo mejor, un día de estos, un día frio de otoño y con la caída de las hojas, cae algún principio perdido y a lo mejor echa raíces y entonces volvemos al principio de las cosas y los valores resurgen de nuevo. Puede, pero mientras tanto y por si acaso, yo sigo y junto algunos otros, difundiendo la necesidad de hacernos con ellos. Total de perdidos al río.

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JULIO CORTÁZAR