
Y hoy he tenido dos noticias, una buena buenísima y otra mala malísima, para que se diga que el mundo no está equilibrado y compensado, una de cal y otra de arena y después de la dicha viene la desdicha, pero al revés nunca se cumple, después de la desdicha viene más desdicha y nunca la dicha. Es cuestión de compensaciones, pero compensaciones con excepciones y con el orden que toca, toma primero una dosis de buena medicina y te pondrás mejor y más dispuesto, para recibir el chaparrón de noticias malas. O sea que está compensado de esa manera tan suya o tan nuestra, pero a la cual ya estamos acostumbrados, pues ya tenemos los esfínteres dilatados de llevar tanto palo o de tanto darnos por el culo. Pero bueno, vamos a consolarnos y me aferro a la noticia buena y así me quedo más tranquilo. La mala se la dejo a las pirañas de mi alma, para que se la coman a dentelladas.
Yo no sé a vosotros, pero a mi me pasa que a veces pienso, que tengo una maldición encima y eso pasa, cuando siento la rabia que me da, el no hacer bien las cosas. La impotencia, el desgarro que uno siente como una cuchillada, la rabia y el odio a ti mismo, el desprecio, la inquina, el sabor amargo de una nueva derrota, todo esto se acumula en tu cerebro y hace un efecto masa. Parece que ese bulto o masa de sensaciones toma vida propia y te habla y te insulta y te maltrata y es más, llega un momento que te produce dolor de cabeza y es cuando notas que sí, que en realidad toma vida, pues sientes sus latidos persistentes y su redoble de tambores y hasta a veces hace juegos de luces y sombras, que se encienden y se apagan al mismo ritmo que los latidos que da, la cosa.Es la mejor forma de definirlo, llamarlo cosa, pues no es un tumor que yo sepa, ni es efecto de la subida de tus tensiones, ni siquiera es un síntoma de pérdida o exceso de riego cerebral, ni tampoco efecto de una insolación, por el simple hecho de que hoy no hay sol y es sólo eso, es la cosa. La cosa funciona como autónoma y no hay órdenes cerebrales que la paren, ella va a su aire y crece y crece hasta donde ella lo marque. Después y cuando ya la empiezas a admitir como tu huésped, va la tía y sin despedirse, se va y supongo que se va, por donde vino y eso aumenta tu desconcierto, pero también aumenta tu alivio. Y en ésta fase del postparto de la cosa, ya te dejas mecer entre las sensaciones buenas. A lo mejor es más simple todo éste asunto y la cosa sólo se fue porque tenía ganas de mear o de cagar o de comer, pues al ser autónoma, también tiene sus necesidades básicas.¿Quién sabe?.
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