Yo ahora no me quejo mucho, pero anteriormente y hasta hace un año y medio, era un pañuelo lleno de mocos y lágrimas. No lo era hacia los demás, salvo para los más íntimos, pues sabía perfectamente a quien le podía dar la paliza. Era un "pupitas", ahora me duele aquí, después me duele en el otro lado y por último me duele en todos los lados. La misma cadencia peligrosa, los mismos dolores repetitivos, los mismos insomnios y las mismas quejas. Vamos que era como un cachorrillo, pero en viejo.Y todo se aprende y se aprende a medida que pasa el tiempo. Se empieza por una mentirijilla de nada y poco a poco las mentiras se hacen el pan de cada día y llega un momento en que es tan grande la bola de nieve, que tú ya no puedes con ella. Entonces viene las negaciones de lo evidente y yo no he sido y yo no lo he hecho, ni yo fui el culpable y éste último punto es el importante, el no ser el culpable de nada. Claro que llega un momento que no sabes lo que es verdad o mentira, pues de tanto inventar y mentir, confundes la realidad con la fantasía.
Claro que de vez en cuando caía de mi moto y me metía unas hostias fantásticas. Y vuelta de nuevo a la misma película, reconocía mis propias mentiras y eso me hacía sentirme peor y por tanto más hundido y como no era capaz de afrontar mi propia realidad, pues más mentiras al saco. ¡Joder!, como somos los humanos de gilipollas, sabemos que lo que hacemos está mal hecho y en cambio de afrontarlo, cogemos y nos deprimimos y más mierda acumulada. Al final el resultado es que acabas sin saber quién eres y huyes de todo y por tanto sólo adquieres los compromisos imprescindibles, pero lo peor de todo, es que los coges sabiendo que no vas a cumplirlos.
Deprimente lo que digo, pues sí lo es, pero más deprimente es llegar a no conocerte. Si soy Bruno y era de ésta manera y ahora soy Bruno y no sé quién soy, ni sé lo que me gusta y no sé lo que quiero. Así a donde va un tío hecho y derecho, un tío que para ser algo, debe partir de que es una mierda pinchada en un palo. Bueno pues todo esto, como veis, ya lo he reconocido y desde hace un año y medio me meto caña todos los días e intento que no quede un sólo fleco suelto, no vaya a ser que asoma de nuevo la autocompasión victimista.Y ahora soy Bruno y soy humano y por tanto tengo mis virtudes y mis debilidades,
y de las debilidades hago encaje de ovillos y les doy la vuelta y las convierto en fortalezas (esto es más un deseo que una realidad, pero es un deseo por el que lucho todos los días).
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