LUNES 27 DE ENERO

Hoy de nuevo es Lunes, ¡Joder! cuántos Lunes hay al año, supongo que 48, así suena como a muchos Lunes. Bueno es día 27 de Enero y Enero es el mes más largo del año y después llega Febrero y éste pasa como el que no quiere la cosa. Lunes cansado o eso parece, yo estoy cansado y el día es amorfo, ni malo ni bueno, es intermedio. Tengo ganas de sobar un poco más, pues aún son las 9 de la mañana, pero al mismo tiempo me niego, tengo un buen mogollón de cosas pendientes y como siempre tendré que deshojar la margarita, duermo o no duermo, me quiero o no me quiero, soy bueno o soy malo, soy gilipollas o soy estúpido,...

Hoy no tengo palabras para expresar lo que siento y tampoco tengo demasiadas sensaciones, eso sí, las espero, pero de momento no se han presentado. Así que estoy ene ese proceso de confusión astral y perdido entre las nebulosas de mi mente. Ya está, me noto poco productivo, así que me parece que me voy a sobar un par de horas y a ver si después tengo la suerte de que aparezca la Musa. Bueno pues ya sobé con Morfeo, al final con hora y media me ha llegado.

Y soñé y como casi siempre que duermo por la mañana, son sueños pegajosos de densos y de extraños. Ésta vez me tocó soñar con la casa que tenían mis padres en la playa de Vigo, por fuera se conservaba igual, pero por dentro parecía el Palacio de Versalles. Ya sabéis los sueños y sus trampas y también sus deformidades, pero interesante sueño regresivo, como se dice, interesante sueño de una noche de verano. Soñé muchas pero que muchas veces con esa casa y supongo que es debido a que allí pasé los mejores momentos de mi infancia.

Después y durante mi adolescencia y juventud la abandoné como a un perro y al sumergirme en asuntos revolucionarios casi la repudié o la odié. Pero siempre volvía con los sueños, siempre se colaba entre manifestaciones y asambleas. Antes de acabar Medicina, la visité varias veces y pasé algún mes que otro de invierno y dando el último empujoncito para acabar la carrera. Nunca me defraudó esa casa preciosa, siempre me acogió dulcemente en su seno. Más tarde mi Madre la vendió y ya hubo que pasar página, pero en el fondo no la pasé tan fácilmente, pues me quedé con una duda y con una herida, ¿debí luchar por quedarme con ella?.  Puede que sí o puede que no, lo único que sé es que esa casa me dejó una herida abierta y ese herida nunca se cierra. ¿la habré traicionado? y todo por no haber luchado por ella.

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JULIO CORTÁZAR