¡VAGO Y FLOJO!

Hay días, como hoy, en que no me movería del sitio y me quedaría aquí, al pie del cañón y solo dándole al teclado. Y ya está, con eso me quedaría contento. Menos mal que afuera hay demasiados estímulos que te llaman, afuera hay estímulos pero también hay recados cotidianos. Como son el hacer la compra, el hacer la comida y el comprar una bombona de butano, etc...Y cuando piensas en éstas cosas se te quitan las ganas de levantarte del sitio.

Lo cotidiano se acaba haciendo pesado y es que entras en dinámicas en que te conviertes en robot o en un autónoma. Te levantas pensando en un día diferente y te acuestas pensando en que ese día fue otro más en tu existencia y que no hubo grandes saltos en tú vida. En tal caso unos cuantos detalles diferentes y punto. Claro que es lo de siempre, según la importancia que le des a esos pequeños detalles valorarás al día de diferente manera. De todas formas cuando tienes que levantar el culo para hacer tareas cotidianas, tú no le encuentras sustancia al asunto, solo le ves las dificultades que tienes por delante.

En definitiva, vago y quejica, es lo que me puedo considerar. Tampoco es la hostia hacer cuatro recados diferentes y tampoco se cae el mundo por hacerlos. Al fin, son todas disculpas de un vago empedernido y de un flojo de mierda.Como veis yo me estimulo insultándome. Hay otros que se estimulan con el sufrimiento o con la penitencia por sus pecados o que van a las procesiones de Semana Santa con sus capirotes morados, pues yo no, yo me estimulo con el látigo imaginario de mi propio desprecio hacia mi persona. Un látigo de cuero y con púas de acero y de vez en cuando me sacudo un latigazo y para que corra mi sangre de pecador empedernido.  Y es que llego a pensar, que no me merezco tener sangre. ¡Vago y flojo!.

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JULIO CORTÁZAR