Ayer que no hoy, me encontré con uno de esos especímenes un tanto raros, pero raros por su pensamiento retorcido y no y por desgracia, por su excesiva frecuencia. Y me refiero a los que les gusta proclamar a los cuatro vientos su amor filial y para ello hacen gala en público de ese amor pasional. Y yo por mis hijos hago lo que sea y y por si no te habías enterado te vuelven a repetir, yo por mis hijos hago... Y claro, llega un momento en que te ves obligado a hacerte a ti mismo esa misma pregunta y yo por mis hijos ¿qué hago? .
Bueno, pues creo que hago lo mismo o sea hago lo que sea, pero con la diferencia de que no voy pregonándolo. A estos señores les gustan las frases rimbombantes y grandilocuentes y hablan con facilidad, de la sangre de mi sangre y yo daría mi vida por mis hijos. Bueno siempre es mejor esto, que olvidarse que tienen hijos, pero sinceramente, son unos plastas infumables y además con esa idea tan obsesiva y única, al final, te crean inseguridad. ¿Seré yo el que no quiero a mis hijos y porque no me paso el día proclamando mi amor hacia ellos?.
Bueno, pues creo que hago lo mismo o sea hago lo que sea, pero con la diferencia de que no voy pregonándolo. A estos señores les gustan las frases rimbombantes y grandilocuentes y hablan con facilidad, de la sangre de mi sangre y yo daría mi vida por mis hijos. Bueno siempre es mejor esto, que olvidarse que tienen hijos, pero sinceramente, son unos plastas infumables y además con esa idea tan obsesiva y única, al final, te crean inseguridad. ¿Seré yo el que no quiero a mis hijos y porque no me paso el día proclamando mi amor hacia ellos?.
Es como esas relaciones de pareja y en que si no te pasas todo el santo día diciéndole que la quieres, pues al final resulta y según ella, que no la quieres. Los pensamientos o sentimientos cuando se tornan obsesivos adquieren esa halo de verdad universal y el que no cumpla esa norma impuesta, es que no sabe de que va.
Aparte de que después esos sentimientos bien utilizados sirven de perfecta coartada para pedir favores a los demás.
Pues como te vas a negar, por ejemplo, a cambiarle una guardia a un ser tan pasional. Yo no podría, pues me moriría de remordimientos y porque con mi negativa, ayudaría a que el victimismo de esa persona crezca aún más y eso significa tener que aguantar más dosis de pasión lacrimógena. Si al final, el que no se lo monta bien es porque no quiere y gracias a Dios y a pesar de elementos como estos, yo estoy seguro de que me lo monto muy bien, pero creo que nunca conseguiré montármelo tan bien como se lo montan ellos.
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