EXIGIR A LOS DEMÁS

Ya he cumplido varios deseos. Desayuné y dos veces, cagué todo y más de lo debido, me duché y me quité la capa de mierda que llevaba encima y ahora estoy escribiendo, ¿qué más quiero?. Si y ya sé que podía solicitar un millón de cosas, pero lo que yo quiero reflejar ahora, es que en lo imprescindible me siento cubierto o que mis necesidades más vitales están cubiertas y por eso he pasado del cabreo inicial y por la pileta llena de pelos a lo contrario, ha sentirme feliz con mi existencia. Feliz, ¿que es ser feliz?, pues para mi es un estado transitorio y en el que te muestras contento y agradecido con la vida. Y digo transitorio, pues si fuera un estado permanente, no sería felicidad, sería estar apapostiado y como un hecho irreversible y quizá irresoluble.

Todo en la vida es transitorio y todo evoluciona y por lo tanto, todo cambia. Es lo mismo que antes y hace 1 hora que estaba cabreado, y eso fue otro estado transitorio y porque si llega a ser lo contrario y por tanto permanente, pues ya no sería un cabreo, sería que soy un avinagrado y un amargado. Y quién no lo entiende así, pues así anda por la vida, en un estado permanente de felicidad ficticia o de cabreo permanente. Y se dan éstos dos extremos, los hay que rebosan santidad y por dentro son oscuros y los que van permanentemente cabreados y por dentro son blanditos. Al fin y al cabo, son corazas o son máscaras para andar por la vida.

Claro que yo prefiero a la gente sin máscaras, la prefiero al desnudo y en pelota picada y tal como vinieron al mundo. Bueno, eso decimos todos, que preferimos a la gente sincera y tal cual es. Y como la vida no es una línea recta, pues hay momentos en que eres sincero y otras veces no tanto y hasta en algunas no lo eres para nada. Y cada uno tiene sus mecanismos y razones propias para ser de esa manera, pero lo primero que había que preguntarse, es si realmente eres sincero y sobre todo, si lo eres contigo mismo. Porque eso sería lo primero, decirte las verdades a la cara y con sinceridad aplastante y después y sólo después, exigir a los demás sinceridad. No reclamemos a los demás lo que nosotros no hacemos. Ahora si lo hacemos ya cambia el percal y entonces ya tenemos todo el derecho universal a exigir a los demás lo que hacemos con nosotros mismos. Y no digo, a reclamar, sino a exigir a los demás.

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JULIO CORTÁZAR