UNA DE LEONES

En fin, que hoy estoy para que me echen a los leones y que los leones tengan cuidado, porque cuando estoy como hoy, saco fuerzas de flaqueza y puede que acabe la cosa, devorándote yo a esos leones de mierda. Hoy en cambio de estar infectado del Ébola, estoy infectado de la Rabia y es que hasta echo espuma por mi boca. Bueno aquí sentadito aún me contengo un poco y tengo pinta de ser un tío bueno, pero si salgo a la puta calle, ya es otra cosa distinta.

Me tendré que encerrar en mi propia casa. De todas formas desde que me medicaron y me embutieron de pastillas, ya no soy el mismo que era. Ahora voy más de agresivo de boquilla y parece que ladro y muerdo y en realidad, estoy más domado que un perro doméstico o sea que estoy domesticado y acudo al amo, al nombre de Bruno. Sólo me ha quedado la bravuconería y el ese de que te voy a partir la boca, te voy a segar las piernas, te voy a arrancar la cabeza de cuajo y al final, todo se queda en unas simples palabras.

Mejor que mejor, pues no sé como a lo largo de mi vida me libré tantas veces de unas buenas hostias, algunas si llevé, pero al parecer nunca fueron las suficientes. Fanfarrón y estúpido, chulito e imbécil, matagigantes, suicida de película y no sé cuantos calificativos más, tendría para definirme en los que son ahora, viejos tiempos. Y nada que fuera culpa la adolescencia y del subidón hormonal, pues yo ya nací así de chulito y no puedo barrer para afuera y decir que fue debido a fenómenos educativos y por el ambiente en el que viví y crecí.

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JULIO CORTÁZAR