HISTORIAS AÑEJAS

¡Buenos días!. Por aquí se está poniendo oscuro, como oscuros son mis sentimientos y todo se cubre de esa belleza triste, de esa belleza decadente. Alguien tiró de la cuerda y apagó la luz del sol y ahora hasta que arreglen los plomos del cielo, toca esperar. Bueno yo me voy defendiendo pues estoy acostumbrado a moverme entre las sombras de aquí y de las del más allá. Sin las sombras yo no soy nadie, sin ellas noto que me falta una parte de mi ser.

Después de ésta alegoría sobre las sombras, tengo que empezar a arrancar motores. Me cuesta un poco, pues tengo una especie de resaca que se pega a mi paladar, una especie de saturación tipo sopa de letras. Se mezclan palabras con los sueños, se mezclan las ganas de vivir con las ganas de descansar. En fin, el yin yang de siempre, la cara A o la cara B, la cara o la cruz de la moneda y la lanzo al aire y cae de canto, por tanto seguiremos igual.

No sé si debo seguir luchando o irme a un  Balneario a descansar. Como ya dije repetidas veces, los Balnearios me encantan y más si aún conservan el aire decadente que da la entrañable vejez. Los óxidos, los techos altos hasta el infinito, las puertas altas y esbeltas, las maderas nobles del mobiliario, las vigas de madera vista, los baños de porcelana desgastada, los suelos de madera llenos de oscilaciones e imperfecciones y de agujeros de polillas. Los sueños allí se mezclan con el aire ambiente y salen historias añejas, con cierto sabor a rancio, pero ¡qué se le va hacer!.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

JULIO CORTÁZAR