Dios o quién esté ahí arriba, nos dotó de cosas mágicas y aparte del Cerebro, que ya de por sí, es maravilloso, nos dotó de sentimientos. Los Hombres no sólo nos diferenciamos de los animales por nuestro Cerebro, sino porque en teoría tenemos más capacidad para sentir y querer o amar. Pero claro, después no lo demostramos y porque también viene en el mismo chip de los sentimientos: la codicia, la avaricia y si queréis los 7 pecados capitales y los que quedan por ahí sueltos, que son innumerables. Por tanto nos pasamos la vida, diciendo que nos amamos o mejor dicho, que nos debemos de amar.
Y no tomaros a coña esto que os digo, porque por estadística en los medios sociales, los anuncios o mensajes llamando al amor, son la mayor parte. Y entonces, ¿algo estamos haciendo mal?. O sea tenemos las herramientas necesarias para rodearnos de amor y resulta que no las aplicamos. Figuraros como está ésta historia de mal, que para enamorarse de alguien y si eso es enamorarse, hay que hacerlo a través de buscadores de parejas del internet. Eso demuestra el como estamos, eso demuestra que el amor ya no es lo que era y me reafirmo en ello, pues todos esos buscadores se basan en criterios de compatibilidades personales.
Vamos, que si eres compatible con otra persona, ya tienes que estar enamorado. ¡Joder!, como decae la cosa. Yo pensaba que el amor era otra cosa, que era algo mágico y no medible, que era pasión, que era ceguera, que era ilusión ciega. Por lo menos en mis tiempos así era. A mi me gustaba esa sensación, me entusiasmaba enamorarme de alguien y de alguien por sorpresa y porque en definitiva, alguien con una varita mágica. Yo no entiendo el mercantilismo del amor, no entiendo que se tenga que pagar por un puto engaño y todo porque nos tocan la fibra sensible de la soledad y cuando estar sólo, no sólo es un derecho, es una necesidad vital. Al final triunfan con la sensación del miedo a la soledad. Pues yo os digo una cosa: Yo estoy cojonudamente estando sólo y si me vuelve a caer la breva del amor, pues bienvenida sea, pero eso sí, sin rebajas.
Y no tomaros a coña esto que os digo, porque por estadística en los medios sociales, los anuncios o mensajes llamando al amor, son la mayor parte. Y entonces, ¿algo estamos haciendo mal?. O sea tenemos las herramientas necesarias para rodearnos de amor y resulta que no las aplicamos. Figuraros como está ésta historia de mal, que para enamorarse de alguien y si eso es enamorarse, hay que hacerlo a través de buscadores de parejas del internet. Eso demuestra el como estamos, eso demuestra que el amor ya no es lo que era y me reafirmo en ello, pues todos esos buscadores se basan en criterios de compatibilidades personales.
Vamos, que si eres compatible con otra persona, ya tienes que estar enamorado. ¡Joder!, como decae la cosa. Yo pensaba que el amor era otra cosa, que era algo mágico y no medible, que era pasión, que era ceguera, que era ilusión ciega. Por lo menos en mis tiempos así era. A mi me gustaba esa sensación, me entusiasmaba enamorarme de alguien y de alguien por sorpresa y porque en definitiva, alguien con una varita mágica. Yo no entiendo el mercantilismo del amor, no entiendo que se tenga que pagar por un puto engaño y todo porque nos tocan la fibra sensible de la soledad y cuando estar sólo, no sólo es un derecho, es una necesidad vital. Al final triunfan con la sensación del miedo a la soledad. Pues yo os digo una cosa: Yo estoy cojonudamente estando sólo y si me vuelve a caer la breva del amor, pues bienvenida sea, pero eso sí, sin rebajas.
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