COLORES Y UNIFORMIDAD

Hoy es Jueves y día 28 de Enero y podía ser un día mágico, pero no lo es. Al revés, es demasiado realista dentro de su espesura, pues estamos ante un día gris, un día de luz gris, de suelo gris, de personas grises y de sueños grises. Yo me siento gris tirando a opaco y apagado y puede ser por dos cosas: una, porque me haya contagiado del tiempo gris o dos, porque mis sueños fueron grises y aburridos y como no me acuerdo de ellos, siempre me quedaré con la duda. Yo cuando me siento y veo gris, intento meter a la cosa todos los colores que puedo, pero eso sí, conjuntados. Me chirría ver colores que no se corresponden o que desentonan, colores vivos con colores más vivos o colores muertos con colores más muertos.

Bueno, ya me entendéis, hablo de esas mezclas, que pululan demasiado, de colores rechinantes y horteras hasta la médula. Yo creo que todos tenemos el sentido del gusto, unos más desarrollado que otros y que hay cosas que no cuadran o que no encajan y una cosa es el atrevimiento y otra cosa, es la horterada macabra. Como los putos Góticos de mierda, que van de escrupuloso negro desde la planta de los pies hasta el occipucio y aún encima todos recargados de colgantes y diversos artilugios, pues eso no es arte, eso es ir de luto y por cierto, el luto ya estaba inventado desde los más antiguos tiempos. Bueno, peor son los que se adornan con grandes túnicas blancas y como demostrando su pureza y es peor, porque de blanco solo se disfrazan los payasos que van de blanco.

Con lo bonito que es la variedad y yo creo que éste asunto fue lo que hizo que en mis tiempos de revolucionario se empezara a desmontar mi tinglado, pues no soportaba ver a todos los Chinos con los mismos uniformes y desfilando al mismo paso. Digamos que fue el primer problema que le vi a eso que se llama Socialismo y ahí me di cuenta, que yo disfruto con los colores variopintos y sin orden preestablecido. La uniformidad de las masas, le llamaban algunos y sin ellos saber, que estaban creando escuela anti uniforme o anti monocolor,

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JULIO CORTÁZAR