LO SIMPLE Y LO COMPLEJO

La presión tiene su gran papel en la vida, pues la presión existe y existirá siempre. La presión de algunos momentos, la presión creada o enriquecida, la presión que te hace dudar y que te hace tomar decisiones equivocadas o a veces, acertadas. Yo no sé si me gusta circular por la vida bajo presiones, porque las presiones para mi son tan necesarias como el tener que comer o cagar y por eso lo digo, porque siempre me desenvuelvo presionado. Aunque también creo que las mejores decisiones que he tomado, las he hecho presionado y hasta límites insospechados. Yo creo que busco esa presión o que me gusta jugar con ella y hago todo lo posible porque se agudicen sus contradicciones.

Y ahora, ya no tengo remedio y así soy yo. Claro que por agudizar tanto las cosas, éstas se acaban retorciendo y al final, se hacen duras y oscuras. Pero ese es mi terreno y mi terreno no es liso y sin ningún enemigo, mi camino está lleno de obstáculos y de traiciones o de viejas rencillas, pero también es verdad, que es donde me desenvuelvo mejor o dicho de otro modo, es donde me encuentro como pez en el agua. La simplicidad de las cosas no me sirve de estímulo vital y porque la simplicidad no es ningún reto, ni plantea ninguna batalla, pues lo simple se hace y ya está. Y yo siempre quiero más, quiero más sangre derramada, quiero resolver lo complejo, quiero destrozar al enemigo y sobre todo, quiero superarme a mi mismo.

De alguna manera, yo ya nací complicado y después la vida sólo se encargó de complicarla más. Unos nacen simples y sin complicaciones y la vida les va de puta madre o no, pero a muchos les va de rositas y porque el simple siempre se escabulle y además, pone cara de no haber roto un plato. El simple juega su papel de nunca estar en los sitios de discusión, el dice pero nunca asevera, el opina pero nunca pone sobre la mesa su opinión, el habla pero parece que susurra y el nunca te va a llevar la contraria, por su especialidad es esa, es hacer que está contigo y al mismo tiempo, te está poniendo un puñal en la espalda.

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JULIO CORTÁZAR