UN CHIRINGUITO

No sé si en Verano y cuando ésta Isla se llena de guiris, si poner un chiringuito con el logo de "se hacen Poemas encargados" y por supuesto, que los guiris tienen que pagar a tocateja. Y quiero un Poema sobre ésta tía y la veo y la observo y le miro a los ojos y cuento sus pestañas...y entones y entonces entro en trance epiléptico y me contorneo dos veces o cien sobre mi mismo y dependiendo de lo que pague y como guinda del pastel, empiezo a echar baba asquerosa por mi boca...y después me quedo post crítico (como decimos los médicos) o sea me quedo en el limbo medio dormido (como decimos los Poetas) y en dos minutos me levanto del suelo y sin más, me pongo a escribir ese Poema pagado por un guiri.

La idea es buena y es barata, pues solo necesitaré una pequeña mesa, un colchón para caerme mejor al suelo y así, no abrirme la cabeza, unos folios con un bolígrafo y punto. Y todo eso, me saldrá por 5 euros, pues el colchón será de mi casa y la baba extra se la pediré a un amigo que tiene una granja de caracoles. Y ya está, ya tengo mi puto chiringuito de verano y venga a sablear guiris y venga a escribir Poemas de mierda, pero la pasta es la pasta y la pasta no sabe de principios.

Y seguro que triunfaría, pues los puestos jipis de todos los veranos ya huelen a pescado podrido y los mismos collares y los mismos fulares y los mismos olores a pachulí adulterado. Y la verdad, es que no sé si venden algo, porque con ese arte que le echan al asunto y con esas ganas tan desganadas, no creo que vendan nada. Pero ahí siguen ellos año tras año y montan sus puestecitos de forma automática y llevan al mismo perro pero cada vez más viejo y desdentado y los farrapos que se ponen a modo de vestimenta, de cada vez están más deshilachados, pero señores, para ser jipi tienes que tener pose de medio fumado y porque sino no vale.

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JULIO CORTÁZAR