Pues en marcha y a toda vela. Seguimos avanzando en casi todo, no en todo porque es imposible, pero en general puedo concluir... que avanzo. He andado, he fumado solo dos cigarrillos, he desayunado mi rica tostada de pan, aceite y tomate, he tomado mis tres dosis de cafés (normalmente me tomo dos), pero hoy quise hacer una excepción, tampoco consiste la cosa en cumplir las normas a rajatabla y es que siempre hay que dejar un margen para la espontaneidad. No sé, que a lo mejor te encuentres con alguien que no contabas ver o alguien que deseabas ver, pero hasta ese momento el azar se había encargado de que no lo vieras. Y "et voila", ¡sorpresa sorpresiva!. Pero hay muy pocas sorpresas sorpresivas (o sea, que te sorprendan de verdad) y hay más sorpresas posibles de puede o no puede.
Desde luego en ésta Isla en donde yo vivo se podía decir que todo es posible y porque en Otoño e Invierno quedamos sobre 70.000 almas perdidas en medio de éste peñón, pero no es así, pueden pasar meses sin ver a la persona deseada o indeseada, aunque no sé porque será, pero es más posible que veas y te encuentres con la persona indeseada. Digamos, que la maldad es siempre más potente y mala suerte también lo es. Ahora lo más normal es que te encuentres con gente amorfa, que te importa un huevo y que te saluda lo mismo que te podía escupir en la puta boca o tú a él o a ella.
Los ¡buenos días! es el saludo ideal para la gente amorfa, pero no unos ¡buenos días! con alegría o con ilusión, sino unos ¡buenos días! dichos con la boca pequeña, dichos como si fuera un puto mantra. Los ¡buenos días! verdaderos (los con ganas, los con alegría), los reservas para las personas que realmente te importen. Pero en realidad, pocas personas te importan y eso demuestra que estamos delante del mismo dilema: cantidad o calidad. Y yo prefiero la calidad, siempre preferí la calidad, porque lo bueno siempre se hace de rogar y en cambio lo malo es el equivalente a cantidad.
Desde luego en ésta Isla en donde yo vivo se podía decir que todo es posible y porque en Otoño e Invierno quedamos sobre 70.000 almas perdidas en medio de éste peñón, pero no es así, pueden pasar meses sin ver a la persona deseada o indeseada, aunque no sé porque será, pero es más posible que veas y te encuentres con la persona indeseada. Digamos, que la maldad es siempre más potente y mala suerte también lo es. Ahora lo más normal es que te encuentres con gente amorfa, que te importa un huevo y que te saluda lo mismo que te podía escupir en la puta boca o tú a él o a ella.
Los ¡buenos días! es el saludo ideal para la gente amorfa, pero no unos ¡buenos días! con alegría o con ilusión, sino unos ¡buenos días! dichos con la boca pequeña, dichos como si fuera un puto mantra. Los ¡buenos días! verdaderos (los con ganas, los con alegría), los reservas para las personas que realmente te importen. Pero en realidad, pocas personas te importan y eso demuestra que estamos delante del mismo dilema: cantidad o calidad. Y yo prefiero la calidad, siempre preferí la calidad, porque lo bueno siempre se hace de rogar y en cambio lo malo es el equivalente a cantidad.
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