
La calle me enseña sus dientes de luz evanescente,
las aceras se hacen esquivas y resbaladizas,
los semáforos son linternas encendidas en la boca del metro,
los sumideros succionan mierda, mendrugos y plásticos,
los pocos árboles que han dejado
son una selva de pájaros que ladran más que pían,
y los coches y los malditos coches...
emanan gases de impaciencia agresiva
y suenan bocinas y gritos acristalados,
mientras el semáforo se pone en verde
y entonces yo cruzo la calle
y observo todo la locura que hay a mi alrededor.
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