
Me encuentro sólo y rodeado de despojos,
me siento buitre en un campo lleno de mierda y entrañas descompuestas.
No conozco al verdadero creyente
al que dice que cree y lo lleva en su sangre
o en su ADN
en ese que pone, tienes que creer.
Y amén.
Mi casa es inmensa
pero tiene un timón
que si lo mueves,
la casa coge otro rumbo
y se monta otra película.
A mi me gusta cambiar de película
y mezclar escenas
y poner muchos celos y celosías en ellas.
En antiguos tiempos, era celoso,
(no siempre, pero sí de vez en cuando)
me sentía un poco propietario de ese alguien
como si el estar conmigo llevara una cadena invisible de regalo.
Ahora estate quieta,
ahora no mires
y ahora levanta esa preciosa patita.
Hasta que un día dije ¡basta!
y ahí se acabó la cosa.
Ni soy propietario de nadie,
ni nadie me tiene que jurar fidelidad eterna
ni quiero ser ese bicho macho dominador
que mea por las aceras y marca terreno.
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