Me gusta mirar al cielo y en busca de peces voladores.
Prefiero esconderme en los maíces de mi infancia
que descubrir que sigo desnudo y desbordado en el jardín de mi vida.
Nada pasó en aquella primavera,
sólo una sirena salió del agua,
me miró con su mirar más tierno
y por fin, se zambulló de nuevo.
Recuerdo...
aquellas tardes de sol ocre,
de espuma en las rocas
y la suave caricia de la brisa marina.
Recuerdo...
nuestros silencios,
largos silencios a la sombra del faro
y el eterno mirar hacia el infinito.
Mirar al infinito
era vernos en un viaje en el tiempo.
Futuro...ninguno,
pasado...el que había y hubo
y presente...lo que nos quedaba de tarde,
más allá
era imposible volar.
Recuerdo aquellas tardes
y el dolor de aquellos días.
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