
Nuestra historia fue muy sencilla y demasiado breve.
Nos sentamos en el suelo,
nos vimos a la cara,
vi una lágrima deslizándose por tu mejilla,
y tú pensaste
éste tío no me quiere
y al mismo tiempo, yo me dije...
hice todo esto
y no me siento correspondido.
Sin más
nos levantamos del suelo,
cada uno sacudió su ropa
y nos volvimos a mirar,
y sin decirnos nada más,
cada cual emprendió su camino de vuelta.
Y desde ese día no sé nada más de ti.
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