Nunca el de ella.
Al salir del confinamiento, lento, muy lento, las ideas tomaron sentido, forma, encajaban poco a poco. Podía distinguir el contorno de un animal aún indefinido (podría ser una vaca, quizás un alce, un perro negro), nubes, un rostro borroso no se sí de ángel o de extranjero.
Nunca el de ella.
Aún era muy pronto.
Escribo esto ahora para no olvidarme.

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