Temprano en la mañana
antes de irse, él pone la taza
limpia, reluciente
sobre el individual con flores,
el platito, los cubiertos,
la servilleta de papel
junto a la cafetera térmica
con el café recién hecho.
Hay veces que ella
ni siquiera los usa.
Los guarda prolijamente en el armario
sin decir nada, sonriendo.
Pero piensa: extraño lenguaje
el de este amor.
Graciela Perosio

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