MINIMALISTA


 
Ahora me he vuelto minimalista.
Cojo cuatro sentimientos sueltos,
dos caricias tiernas y crujientes
y justo antes de que caigan al mar
añado un par de besos que me trae el viento.
Trato de aprovechar unos calzoncillos rotos y descosidos
cuatro calcetines que no cuadran ni falta que les hace
y con eso por ahora, voy tirando.

No necesito grandes alforjas,
no quiero y rechazo pieles de animales

matados por la mezquina y asesina mano del hombre.
La única piel que me gusta
es la tuya y la mía
juntas hacen chispas
y cuando se enfrían
se delimitan y ésta es la tuya
y ésta otra, es la mía.
Y que cada cual siga su camino.

Tu piel se eriza con una suave caricia,
la mía se cristaliza con un beso húmedo de los tuyos
y las dos, cuando llega la noche,
crujen como pompas de jabón,
signo claro e inequívoco,
de que por fin,
las dos, se han rendido sin condiciones.

A partir de ahí
sólo quieren paz y armonía
y besos, muchos besos,
y caricias y más besos
y que de vez en cuando me digas
¡te quiero!
En esto también me siento minimalista,
me llega con cuatrocientos besos húmedos y secos,
con millones de caricias desorbitadas
y con unos 5.000 te quiero,
y con esas tres cosas voy más que sobrado
y bueno y ya puestos...
me llevas el desayuno de buena mañana:
tostadas no muy quemadas,
zumo de naranja fresco y reluciente,
café con leche templado
y una rosa recién cortada del jardín de mi casa...

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JULIO CORTÁZAR