Perenne
Corre sangre por el desagüe gris de la ducha
como el color hundido de una puesta de sol.
Cuando tembló el teléfono de línea
por el aliento caliente que estaba detrás
me quedé descalza en el jardín delantero suavizado
por la lluvia invernal, levantando bolsas de bulbos de tulipanes
sin pensar en ni una sola cosa,
ni en mí ni en mis manos ni en la tierra.
Ahora las flores son paraguas
abiertos desde la estación llena de gente
que es la tierra. Entre mí misma
y los brazos de un hombre que odio
hay un lapso de tiempo, verde, fino
como fósforos, quebrantable, que emite
raíces. Trepo, para salir del calendario,
con bocas naranjas y amarillas.

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