Yo pensaba que hoy o mañana iba a tener un encuentro en la tercera fase y así podría curar éste sarpullido que me invade, que me invade por mis adentros y hasta la médula ósea. Pues tío, me parece que no, parece que te vas a quedar con las ganas y tendrás que rascarte contra las esquinas y dar besos a las farolas encendidas. Porque no, porque no habrá carne para comer y entonces o te haces vegano o te compras un loro y charlas a solas con él. Bueno, son las cosas del querer, del querer y no poder o del querer y te tienes que joder. Dicen que la paciencia es la madre de la ciencia, pero yo esto no me lo creo mucho y porque yo de paciencia ando como un pez en tierra.
Yo no tengo esa paciencia infinita y porque no fui creado de esa manera y yo fui creado como un ser muy especial y delicado y si cambia el viento, yo cambio de rumbo y si sale el sol, yo me pongo en pelota picada y alguien que se yo y nada más que yo, me acaricia, yo me caigo de culo y me abro de patas y hasta que me recoja el camión de la basura. Es que mis sensibilidades están a flor de piel y me salen sarpullidos por todos los lados y sino me toca ese alguien tan especial y pronto y suave y con toda su delicadeza, me pongo del revés y broto de flor en flor y hasta caer en la orilla o rendido a sus pies.
Sí, yo parezco un tío desafiante y fuerte y duro y frío, pero esa es mi fachada de andar por la vida, porque debajo de mi piel reseca y vieja, están mis receptores sensibles y son tan sensibles que puedo percibir y en movimiento, cualquier sentimiento que revolotee a mi alrededor. Y es que soy cazador de sentimientos y veo uno y lo cazo y veo otro y a lo mejor lo dejo y porque yo siento y quiero mucho, pero señoras y señores..., ¡tampoco puedo con todo!. Y hay sentimientos y muy a mi pesar, que no merecen ni ser contemplados.
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