Y AMÉN


Cada día que pasa, la vida se pasea y se muestra y a veces, hasta se deja querer. Porque siempre hay algo detrás de las cosas, siempre hay la cara B de la vida y siempre hay la cara oculta de la luna y desde esa perspectiva, no debes quedarte con las primeras imágenes y porque lo que a primera vista parece imposible, más adelante y en cualquier momento, se convierte en posible. O así veo yo a la vida, la veo dura y fría, pero a veces se ablanda y se muestra débil y cariñosa, pero eso requiere, unas buenas dosis de paciencia infinita. Saber esperar, saber dejar que las cosas se aposenten, saber nadar a contracorriente, saber que tienes la razón a pesar de que te la niegan, saber que detrás de ciertas incertidumbres está la verdad agazapada y todo eso requiere un gran espacio y mucho tiempo.
Lo mío no va de positivista y de que la vida es buena porque sí, lo mío es partir de la dureza y frialdad de la vida y una vez que te hayas sumergido en sus aguas frías, hay que saber buscarle su punto más débil o el punto donde tiene las cosquillas. Y es que la vida no te va a regalar nada porque tú seas una buena persona y es más, hasta podía decir lo contrario y he visto morir gente buena, que nunca debió morir. Y ahí, es cuando uno, que no es creyente, le pide explicaciones a Dios y porque yo no tengo explicaciones para esto y entonces y de alguna manera acepto la posibilidad de que haya un ser superior. Pero Dios nunca me contestó y por eso sigo sin creer en Dios.
Porque para seres limitados, ya estoy yo y no necesito deidades supremas que se quedan sin darme respuestas. Y mira que no hay cabrones en la vida que ya deberían estar muertos nada más nacer, pues no, ahí siguen meneando su colita ponzoñosa de escorpión y entonces, es cuando te preguntas: ¿el veneno que tiene por dentro les mantiene más tiempo vivos?. Y es que yo estoy en un casi duelo y se me va a morir alguien cercano y que es más buena persona que yo y eso ¿como se come?. Si ya sé, con patatas y algo de ensalada y porque así, lo quiso Dios. Y amén.















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JULIO CORTÁZAR