LA VIDA


 Oigo voces a lo lejos. Bueno, a lo lejos... serán 50 metros y porque a 50 metros hay un bar que pone una tapas riquísimas y hoy como es domingo, el bar está que peta. Domingo de sol y primaveral por sus cuatro costados. Voces de adultos medio colocados y de vez en cuando asoma la voz de un niño y un ruído estrepitoso de una moto tocacojones. Hay paz pero la paz también se conquista y aquí en donde vivo, habría una auténtica paz silenciosa, si el tubo de escape de esa moto que ahora está pasando al lado de mi ventana, acabara en el orondo culo del que la conduce. Pero me temo de que no, de que esto no va así y porque se venderían menos motos tocacojones y al venderse menos motos vivirían menos familias del proceso de producción de las motos. Y todo este lío no se puede montar en un mercado totalmente capitalista y porque lo que realmente impera es el vender y el producir y de cada vez más. Y de ese bucle nunca jamás se podrá salir, aunque se podría regular un poquito mejor y legislar mejor los topes de los ruídos ambientales.

Pasa lo mismo en esta isla en donde vivo, que estamos en el mes de mayo y ya está hasta los topes y todo dios sabe que el verano está por delante y que no podremos estar todos los que vienen y todos los que ya estamos y como los que estamos ya estamos aquí (repito), pues es de lógica el tener que regular el número de los que pueden venir de fuera. Pero no señor, la pasta capitalista es la que manda y los hoteleros y demás personal que vive de desangrar a los guiris, no quiere ni oír hablar de un un número tope de turistas y del control del número de coches de alquiler. En la selva capitalista no puede haber control o regulación del mercado y porque la pasta llama a la pasta y esta llama a más pasta y aunque al final, nos quedemos sin isla. No pasa nada y porque sabemos perfectamente que esto que digo va a pasar y porque ha pasado en otras islas vecinas (Mallorca, Ibiza y Formentera), pero insisto no pasa nada y porque todo lo que tiene que pasar, pasará. Los ricos se harán más ricos, comprarán más casas para después poder alquilar a los pobres parias que aquí vengan a trabajar, pero a precio de oro y además de tener que vivir el latas de sardinas. Ahora los muy cabrones alquilan por habitación y a 500 pavos y más será en pleno verano.














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JULIO CORTÁZAR