El poema en sí, no piensa nada,
el que piensa es el tío que aporrea el teclado
y hasta hay veces, en que tampoco piensa nada
y va ciegas y va palpando esquinas y árboles
y hasta donde llega es difícil de saber
algunos dicen, que puede llegar muy lejos
y en cambio otros, apuestan a que no avanzará dos metros.
Yo sé que pienso
y que por eso, sé que existo,
pero también toco, palpo, escucho y oigo
y huelo malos rollos a larga distancia
y todo lo que por dentro está podrido
y ando y corro y me paro y me siento,
y por último, me tumbo y me celebro conmigo mismo,
descorcho el champán
dejo que corra la espuma de los días
y me hago un brindis al sol.
En realidad, mi poema
soy yo mismo.
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