LUNES, OTRO LUNES


 Lunes, otro lunes en mi vida y mira que han pasado lunes y más lunes y en una cadencia casi infinita. Lunes al sol, lunes bajo la lluvia, lunes nublados, lunes dando un paseo por el puerto, lunes buscando setas bajo la dulce sombra de un pinar y lunes al calor de la estufa de leña o a la brisa del aire acondicionado. Hoy tocó lunes de inmobiliaria y menuda mañana más agobiada y es que no soporto la idea de tener que vender mi casa y ¿quién vendrá? y ¿la apreciará como yo la aprecio?. A lo mejor cae un don nadie con mucha pasta y porque todo hay que decirlo, el precio de esta casa está inflado. Y en menuda contradicción me han metido, pues a mí me parece supercara, pero en realidad es el precio que tienen de mercado y con el añadido de que está situada en una muy hermosa isla, pero sigo pensando que la cosa no es para tanto. Pero tampoco yo voy de pringado y por eso empiezo alto y ya iré bajando de precio. Vivir en esta Isla sale carísimo, la vivienda, la comida, la ropa, el desayuno, la merienda y hasta la sopa boba que te hace ser más bobo de lo que eres, aunque en mi caso no es difícil ser más bobo. Estoy en el bobo al límite.

Pero volviendo al tema que hoy toca. Me supone una contradicción terrible el saber que todo está demasiado caro y mi casa entra en ese carro y la lógica aplastante que te hace ver que al final, esta pequeña y hermosa isla va a acabar en manos de unos cuantos ricachones. Pero todo esto forma parte de una cadena interminable y si quiero comprar otra casa (que quiero) la tendré que pagar a precio de oro y entonces entramos en un bucle sin salida. Bueno salida tiene, pones la pasta gansa, te compras un hermoso y gran yate, el buga a todo tren, se supone que ya lo tienes y para venir de vez en cuando a esta isla te compras una casa que será decorada por una tienda de prestigio entre los más ricos. Voy a pasar el fin de semana en Menorca y antes aviso a los que me cuidan la casa y para que la pongan al día. Así viven los ricos de alto postín. Y por supuesto no hay que olvidarse de que avisen a los pilotos del avión privado. Una cosa no funciona sin la otra y eso que falta el cocinero, el servicio doméstico y el cuidador o cuidadora de los niños.

En realidad parecemos pequeñas cucarachas a su lado, somos prescindibles, carecemos de tanto poder, les molestamos con nuestros ruidos de conversaciones, no sabemos estar a la altura y ellos nos fulminarían con ese rayo tan poderoso que se llama, desprecio. Los Domingos no, los Domingos como presumen de ser católicos y apostólicos, les daríamos pena y lástima. Pobrecitas ovejas descarriadas que no se enteran de nada, pero como votan, ellos piensan que gobernamos todos. No hay peor desprecio que te consideren invisible y aunque hables ellos no te oyen y aunque grites, pues tampoco. Las cucarachas existen para ser pisadas y no se hable más.


















No hay comentarios:

Publicar un comentario

JULIO CORTÁZAR