Estábamos tan llenos de vida
que la vida se nos caía de las manos
y nosotros, ni lo sabíamos.
Nos creíamos seres invencibles,
inmortales o dotados con siete vidas
en un mundo donde no existía la muerte
y así nos fue...
fuimos derrochando vida por todos los rincones
aullando en las noches de plenilunio
haciendo el amor sobre la arena mojada
riéndonos hasta de nuestra propia sombra
creyéndonos pequeños dioses todo poderosos
con cara humana y cuerpo de ángel,
la debilidad, era para otros
las dudas eran para el que disfrutaba con sus propias dudas
y nuestro máximo placer
era ir a ver el rayo verde de una puesta del sol.
En fin
esa era nuestra vida
llenar el alma hasta que rebosara
jugar en la orilla del mar
y hasta caer extenuados
y pensar que todo aquello era nuestro
y que solo estábamos en el punto de salida
quedaba por delante la supervivencia en el desierto
las cúspides, las olas, el miedo y el silencio.

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