Es muy difícil escapar de todo lo que te rodea,
el mar sigue a mi lado
y espero que nunca se vaya,
el sol cae a plomo
y como siga así, me va a matar
y un día entrará un hijo mío por la puerta de casa
y notará ese silencio espeso que hay tras la muerte
y entrará en la sala donde escribo
y habrá un cadáver sobre una silla giratoria
y yo soy de los que mueren con los ojos abiertos
y como si detrás de la pantalla del portátil alguien me estuviera esperando
y abro los ojos y porque para mí es una sorpresa,
no espero que nadie me espere al otro lado
y porque la muerte es un acto íntimo
y lo íntimo se debe hacerse solo.
Pero si alguien me espera al otro lado,
tampoco pasaría nada
y seríamos dos o cien o cien mil personas
compartiendo el acto de la muerte
desde luego más divertido sería
y hasta se podía pensar en una bacanal
o en una cama redonda
y todos los muertos follándose el uno al otro
y el otro al uno y en una cadencia interminable.

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