Hoy es martes y es un martes después de un lunes desaborío, que me supo a muy poco y porque en él tenías puestas grandes esperanzas y que como se ha podido comprobar, no siempre se cumplen. Las esperanzas son buenos deseos con los que te quieres obsequiar a ti mismo y que como todo lo bueno, tiene un bajo porcentaje de que se cumplan. La esperanza no puede formar parte de un mal deseo, a no ser y claro está, que no te quieras lo más mínimo. Tenía la esperanza de que mañana me voy a morir, pero para decir eso, sí que tienes que estar jodido, Hay demasiados ejemplos de como funciona la esperanza y hasta hay veces que la utilizamos para nuestro posible beneficio y ahora mismo me viene a la cabeza cuando por ejemplo, habías hecho un examen mal (que no fatal, pues en el fatal no cabe el término, esperanza, a no ser que seas imbécil) y bueno te agarrabas a la esperanza como tu tabla de salvación y te decías a ti mismo, a lo mejor puedo aprobar y a sabiendas de que te había salido mal. O cuando ibas de bravo por la vida y a sabiendas de que no le gustabas a determinada persona, te lanzabas sin paracaídas igualmente a preguntarle si quería salir contigo y ahí la esperanza te engañaba de nuevo y aunque posteriormente y en un brote de sinceridad repentino, reconocías que no sabías muy bien porque lo habías hecho y porque ya sabías de antemano que estabas abocado al fracaso más absoluto. Pero a pesar de todo, la esperanza puede mover montañas y cambiar las rutas de los ríos y hasta convertir un desierto en un vergel, pero lo que no puede es hacer milagros y si alguien no te quiere, no tiene una varita mágica, para que esa persona y que a partir de ahora, te pueda querer y porque además, es demasiado peligroso que te lleguen a querer gracias a tu insistencia. No hay peor querer, que el querer compasivo y porque le has creado un sentimiento de pena, que no de amor.
Yo creo que alguna vez caí en esa trampa mortal, pero claro este tema de querer por compasión (y por algunas otras cosas más) tiene un ligero tiempo de subsistencia y entonces un día te despiertas y te dices, ya no puedo más. Claro que esto que me ha pasado muy pocas veces, tiene sus buenas dosis de autoengaño y porque hasta en ese día en que por fin se te abrieron los ojos, buscaste por las buenas y hasta por las malas, algo que de verdad te atrajera de la otra persona y porque siempre hay cosas de la otra persona que te ponen en esa tesitura y porque en el fondo todos tenemos algo bueno. Después y pasado el tiempo, es muy fácil de diferenciar y porque has tenido tiempo y distancia suficiente por el medio. Pero en el momento que toca, no es tan fácil de decidir y porque se confunden más fácilmente los términos en los que en teoría se basa el amor. Yo a veces (insisto muy pocas), me he sorprendido a mi mismo, diciendo a la otra persona a los dos días de haberla conocido... "Te quiero" y al contrario, también me ha pasado. Y ahí entraba la esperanza y porque tú estabas deseando que te quisieran y apurabas un poco o un mucho más los términos y porque a lo mejor sonaba la flauta antes. Y cuando te lo decían a ti y en esas determinadas condiciones, en principio no decías nada, pero si la otra persona seguía insistiendo, a lo mejor acababas diciendo un dubitativo "yo también" pero muy susurrado. Y más adelante vendrían todas las consecuencias de dicho susurro. Y porque algún día te tocaría tener que pronunciarte claramente y ese día al a todos nos llega, tenías que asumir si no querías a la otra persona, tendrías que decir que no, que yo no te quiero.
Y entonces te caía todo un chaparrón de improperios y como no me lo habías dicho antes, me has tenido engañada todo este tiempo...y tú pensando, pues si no te lo dije era porque no lo tenía tan claro como lo tengo ahora y por eso te lo digo, en este mismo momento. Y estas situaciones nunca tuvieron un final feliz, ni lo tendrán nunca.

No hay comentarios:
Publicar un comentario