NINA FERRARI


 La niña que fui

aún me habita.

Se sienta a mi lado

y me mira

curiosa,

cada vez que no me eligen,

cada vez que no me quieren,

cada vez que me despido.

Me visita en las tardes vacías

cuando rozo con mi mano

el cuerpo del dolor

y me inunda

esa sensación de ahogo

casi sin dejarme respirar.

A veces me parece escuchar

el eco de su llanto

en las noches.

Pero también

es ella

quien me enciende

cada vez que juego

cada vez que sueño

que arriesgo

a ciegas

y me responde con sabiduría

cada vez que me enredo

en la madeja mental

que no da tregua.

Ya no estamos en disputa,

ya nos hemos abrazado.

Solo que algunas veces

como hoy

quisiera viajar al pasado

y regalarle

las palabras

que la defiendan

de todo eso que sabía

que le dolía

que la lastimaba

y la desprotegía

pero aún

no podía decirlo.













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