Y entonces me dí cuenta
que cada día era menos yo
y sin darme cuenta
me estaba acercando al otro yo
y convivir con el otro, tiene su propia historia
y no se puede vivir con lo que no quieres vivir
y ser el viejo eco cansino y repetitivo del otro
de ese otro que a veces hablaba a mi espalda
que me convertía en un ser autoritario
y en un ser sumamente desconfiado
me hacía oír palabras donde solo había silencio
y tenía que oir voces de mis peores fantasmas
y me hacía escuchar música sinfónica
o música pop y a todas horas
y me hacía oler a muerto y a muerto podrido
y tenía que pasear mis penas por las calles
y arrastraba miedos como si fueran enormes bloques de cemento
y hasta había veces en que me ponía a correr
y porque la única manera de huir de ese yo
que estaba dentro de mi mismo,
era engañarle con palabras suaves y sencillas
y con la promesa de que acudiría a un terapeuta
y para que me exortizara
y para que de una vez por todas
vomitara por mi boca esa parte maligna
que yo poco a poco había criado dentro de mi.

No hay comentarios:
Publicar un comentario