MAESTRAS Y PROFESORAS

 

Y que me perdonen las maestras y las profesoras y porque ya sé que no todas sois iguales y la mayoría de las que conozco son y como dice mi hijo pequeño, son unas verdaderas profesionales y de proa a popa y como la copa de un pino. Aunque lo que pueda decir ahora, muy poco tiene que ver con lo que podría decir de ella o mejor dicho, de ella en aquella época de tiempos ya muy lejanos (han pasado más de 35 años). Tuve fobia todo lo que oliera a maestra o profesoray porque sin darme cuenta lo hice extensible a casi todo ese grupo y juro que intenté no hacerlo y que luché por ello, pero a veces a uno le pasa que no lo puede controlarlo todo y porque hay reacciones que se nos escapan del mundo de las emociones. Yo sé que de aquellas me pasaba mucho y porque de alguna manera estaba bastante descontrolado, pero voy intentar explicar el porqué. Mi punto más álgido de mi manía hacia esas personas tipo maestras o profesoras era que entre otras cosas, siempre estaban sufriendo mucho y por sus inmensas responsabilidades, pero principalmente se debió a que tuve una novia que fue profesora de un instituto que estaba cerca de donde vivíamos, como a 15 minutos de la casa, y éramos una pareja que vivíamos juntos pero que no siempre nos soportábamos y de hecho, nos soportábamos muy pocas veces. Yo llevaba un poco más de tiempo trabajando como médico en el mismo pueblo en donde estábamos viviendo o mal viviendo y porque todo es susceptible de poder interpretarse de muchas maneras. Por las mañanas cada uno se iba su respectivo curro y entre las 2 las 3 de la tarde nos zampábamos unos vinos antes de comer y para ir medio colocaditos y así nos podríamos aguantar un poco más, y a las 3 la tarde nos íbamos a comer. Entre 4 o 5 de la tarde terminábamos de comer en un restaurante precioso que tenía unas hermosas vistas a la playa, además el restaurante también era precioso por dentro y su comida era perfectamente aceptable y a un precio bastante normal y asequible. Hasta aquí todo más o menos bien y porque había dias que ya venía directamente rebotada del instituto y porque dar clases en un instituto era como tener el peor trabajo del mundo y porque era muy estresante y agobiante y bla, bla, blá...

Y entonces nos íbamos para casa y yo encendía la estufa de leña sin fallar ni un día y después me sentaba a descansar en el sofá y mientra ella se preparaba una cafetera demasiada cargada de café. Pero ella decía que necesitaba ese exceso de cafeína, para poder preparar el tema de mañana y que le exigía tener mucha concentración en el tema. A la media hora ya se había zampado la cafetera entera y entonces y como me veía tumbado en el sofá y dsifrutando como un enano del calor de la estufa de leña, pues me pedía que le preparara otra cafetera entera y después de tomarse ese café, me pedía otro y después otro y más tarde otro y mientras ella seguía trabajando en no sé qué...y porque pasaban las horas y no había conseguido preparar el tema de la clase de mañana, pero se había zampado un barril entero de café. Y después entraba en fase moto y no me va a dar tiempo y lo tengo que llevar preparado y es que es mucha responsabilidad para mí. Y yo pensado, pues coño hazlo de una puta vez y así nos vamos a dar una vuelta y para despejarnos un poco. Resultado final, ella y como no había hecho casi nada, se tenía que quedar hasta las 12 de la noche y después se iba toda enfadada y porque no pudo preparar bien y como debía, el tema de marras. Yo a las 10 de la noche, cogía pista y me iba solo a darme una vuelta que me sabía a paz y gloria. Y esto era así todos los días y para aguantar todo esto, no había que tener paciencia y porque la paciencia ya estaba superado hacía mucho tiempo. Y mi solución era otra, que en realidad no era ninguna solución al problema, pero yo cogía y me iba de casa antes y me entregaba a la bebida y a otras drogas más diversas y además, allí en el pueblo había un pub precioso que por cierto, aún sigue existiendo y allí me ponía morado con todo la que me cayera en las manos y que me pasra por la garganta. Total, que llegaba todo ciego a casa y a veces y cuando aún no se había acostado que así no podían funcionar las cosas. Y le decía que sí, pero que se fuera a la cama que mañana tendría que madrugar.

Pero el discursito que más me enervaba era cuando se ponía decir que aquél trabajo te exigía tener demasiadas responsabilidades y yo la miraba y para ver si lo estaba diciendo en serio y porque yo pensaba hacia mis adentros y entonces le preguntaba si no tendría que tener más responsabilidad un médico y porque un puto fallo de un médico te podía suponer una gran multa o irte directamente a la trena. Pero ahí y justo ahí, ella cambiaba de tema y por ejemplo se ponía a hablar de sus vacaciones este era otro tema que me enervaba mucho más) y que les daban muy pocas vacaciones y bla, bla, blá. Y yo la miraba de nuevo y no sabía lo que decirle, no sabía si me estaba tomando el pelo y porque a los del ramo de educación, le daban y como mínimo 6 meses de vacaciones. Y cuando ya salía a colación ese argumento tan vacío de cualquier otro tipo de argumentos, yo al principio le decía algo y poco después, dejé de hacerlo y porque ya conocía el pastel en donde me quería meter y porque era totalmente inútil  entrar en esa dialéctica tan destructiva y porque al final, el que acababa siempre jodido era yo. Y ahora estoy y antes también lo estaba, que seguro que era para provocarme y para joderme un poco más. Y esa fue mi gran y buena experiencia con una profesora de instituto.
















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JULIO CORTÁZAR