Y en aquellos tiempos
donde intentabas dar un paso hacia delante
y el viento te empujaba hacia atrás y porque iba en tu contra
y nunca avanzabas lo sufiente para sentirte contento
y es más,
habías dado dos pasos hacia atrás
y esa lucha constante y obsesiva
y siempre con el agua al cuello
y donde el horizonte se perdía en el día siguiente
y te sentías pasto de los buitres y de los carroñeros...
pues muchos de esos días han estado dentro de mi cuerpo y mente
y a la mañana siguiente
te volvías a levantar con el pie que te daba mala suerte
y no desayunabas y porque no tenías hambre
o aunque la tuvieras no era el momento adecuado
y porque el precio del vivir era demasiado caro y difícil
e ibas arrastrando tu cuerpo porque tus piernas no respondían
ni siquiera cuando se ponía a llover buscabas refugio
ni cuando te decías no soy persona de segundo plato
y no sabías muy bien porque lo decías
pero se te había incrustado esa frase dentro de tu cerebro,
y no sabías porqué
ni jamás lo llegarías a saber.
Después y más tarde
hiciste una variante de esa frase
y te dijiste, no soy persona de segunda parte
y así fue y hasta que un día estallaste
y te dijiste
no quiero ni saber de donde vengo ni de donde soy
y vaciada tu mochila te hiciste ligero como la brisa
y diste dos pasos
y un poco después, diste otros dos
y al final, diste tantos
que aún ahora
sigo caminando con paso rápido y ligero.
Y en aquellos tiempos
y donde intentabas dar un paso hacia delante
y el viento te empujaba hacia atrás y porque iba en tu contra
y nunca avanzabas lo sufiente para sentirte contento contigo
y es más,
habías dado dos pasos hacia atrás
y esa lucha constante y obsesiva
y siempre con el agua al cuello
y donde el horizonte se perdía en el día siguiente
y te sentías pasto de los buitres y de los carroñeros...
pues muchos de esos días han estado dentro de mi cuerpo y mente
y a la mañana siguiente
te volvías a levantar con el pie de la mala suerte
y no desayunabas y porque no tenías hambre
o aunque la tuvieras no era el momento de desayunar
y porque el precio del vivir era demasiado caro
e ibas arrastrando tu cuerpo porque tus piernas no respondían
ni siquiera cuando se ponía a llover buscabas refugio
ni cuando te decías no soy persona de segundo plato
y no sabías muy bien porque lo decías
pero se te había incrustado esa frase dentro de tu cerebro,
y no sabías porqué
ni jamás lo llegarías a saber.
Después y más tarde
hiciste una variante de esa frase
y te dijiste, no soy persona de segunda parte
y así fue y hasta que un día estallaste
y te dijiste
no quiero ni saber de donde vnego ni de donde soy
y vaciada tu mochila te hiciste ligero como la brisa
y diste dos pasos
y un poco después, diste otros
y al final, diste tantos
que aún ahora
sigo caminando con paso rápido y ligero.

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