Se podía decir... siempre hay algo bueno en todo, pero también se podía decir, siempre hay algo malo en casi todo y ese es el puto yin yang de la vida y ese es el puto espacio por donde nos movemos. Y por eso nos pasamos la vida rebanándonos los sesos y para querer descubrir quién fue el ganador de la última película que nos imaginamos y si el bueno venció al malo o viceversa. Después diremos que sacamos enseñanzas y que lo bueno lo haremos más bueno y que lo malo será rechazado y repudiado. Pero todo esto que acabó de explicar es una puta mentira y es una puta falacia, porque lo bueno no querremos dejarlo nunca y sólo queremos exprimirlo hasta su agónico agotamiento y porque cuesta mucho trabajo hacer que lo bueno sea mejor y lo malo nos lo pasaremos por el forro y es más, hasta diremos que hemos aprendido un huevo de nuestros errores. Cuando en realidad, no hemos aprendido nada de nada.
Dicen que los humanos tenemos muchas posibilidades de tropezar en la misma piedra y sin hacer patria de éste pensamiento, pienso que hay grandes posibilidades de que nos vuelva a ocurrir y porque como seres humanos aprendemos demasiado poco y lo poco que aprendemos es a base de machaconas repeticiones que pueden llagar al punto de hasta hacerse obsesivas. Decimos que aprendemos de nuestros propios errores...pero lo decimos para quitar hierro a los errores que hemos cometido y para parecer seres más flexibles y más adaptativos y en fin, más evolucionados hacia algo que ahora mismo, ni sé como definir. Cuando en realidad somos payasos de un circo que otros seres anteriores han montado y somos el hazme reír del universo y somos especialistas en poner careto de buenos, compungidos y que no hacemos daño a nadie, pero por dentro, señores, nos estamos cagando en la puta madre del otro...
Simplemente somos lo que aparentamos ser y por eso, somos así de imbéciles. Aparentamos ser bondadosos y que rebosan bondad por todas las costuras que unen un trozo de piel a la otra, cuando en realidad, detrás de tanta bondad hay una enorme mentira y porque es imposible ser tan bondadoso en un mundo tan lleno de maldad. La bondad dura lo que dura un suspiro y no por suspirar todo el día te vas a convertir en un ser bondadoso las 24 horas de día. Bondad y maldad y si miramos desde la lejanía del espacio, podríamos demostrar como se alternan... a veces con un orden establecido y otras veces, dentro del más absoluto caos. Pero la alternancia existe y además, es lo que nos hace funcionar como verdaderas personas que somos y la bondad nos hacer ser buenas personas y la maldad es el motor que nos empuja. Poner demasiado las tintas sobre la bondad, hace que al final nos cubra ese halo de mierda al que llaman bondad y que al fin, se pega a nuestra piel y se funde con ella y en la distancia pareceremos ángeles alados caídos del puto cielo y en la proximidad, seremos un pastel relleno de merengue, nata y chocolate. Pues eso somos y somos trozos de carne con dos ojos y un pedazo de alma con dos piernas y dos brazos... y creo...que poco más...Ah¡ se me olvidaba mencionar, ¡que tenemos una única neurona! y que ya depende de nosotros mismos, que esa neurona se multiplique o que se quede atrofiada de por vida y hasta que la muerte nos separe.

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