Yo me acuerdo que cuando era un puto niño, me cogía unos cabreos que no eran normales y parecían más bien paranormales. Mis dos hermanos mayores me acusaban de ser un niño muy caprichoso y no digo, mimado ni consentido, sino que hablo de niño caprichoso. Y ese era mi verdadero mecanismo de defensa, yo era el más pequeño de casa y lo poco que tenía como mío propio, había sido heredado de uno de mis hermanos, pero una vez que lo había heredado lo defendía con uñas y dientes y porque era tan poco y lo hacía tan mío, que no quería que uno de mis hermanos me lo volviera a quitar y por el simple argumento de como había sido suyo, ahora lo quería volver a tener, pero sobre todo, sé que ellos lo hacían por toda la rabia que a mi me entraba y ahora toma esto y ahora te lo quito y ahora calla y porque sino te lo rompo delante de tu cara de niñato. El ser el último de la fila tiene sus cosas y la mayoría de ellas no eran cosas buenas y porque al ser un mocoso te las daban por todos los lados y de todos los colores. Con mis padres no podía contar y porque mira niño o te callas o te doy una bofetada que te vas a enterar y esa no era una amenaza que simplemente se fuera a quedar en el aire y porque mi madre tenía un máster en dar bofetadas y te daba con toda la palma de su mano en plena mejilla y de recuerdo te dejaba grabada su palma y con los cuatro dedos de en medio, el quinto o pulgar iba destinado al pabellón de tu oreja. Y aquello como dolía y como escocía.
Las hostias que propinaba mi madre eran dignas del mejor maestro de artes marciales y nada de quejarte, ni una lágrima derramada, ni un sollozo entrecortado y porque si no te caía otra hostia de propina. Tenía una mano muy fuerte y muy contundente y esa bofetada te removía hasta las entrañas y las tripas, pero por cojones había que mantener el tipo y hasta que llegabas a tu habitación y allí te desplomabas por contener tanto el dolor. A mis hermanos también les arreaba y porque de vez en cuando también llevaban dibujada en su cara la palma y los dedos de mi madre. ¿Y recuerdo algo cariñoso por su parte?...pues siendo sincero del todo, no recuerdo nada cariñoso que viniera de mi madre. Su tono vital, era el estar de mala hostia todo el día y era mejor que no te cruzaras con ella y porque como se decía antes, tenía la mano demasiado suelta y te soltaba una hostia porque ella quería o porque como a veces nos decía, porque alguna cosa habrás hecho mal. Eran hostias preventivas que te hacían recordar que te podían caer más.
Después en el barrio sufrí el mismo tipo de política preventiva y por parte de algún "amigo" del barrio y para que recordaras que te podían dar más en cantidad y en calidad. En el cole de los curitas pederastas, aparte de tocarte tu lindo culito de niño chico y suave, de vez en cuando te daban de hostias y para así fueras aprendiendo a obedecer a los adultos (como ellos) y a callar sobre sus abusos. Callar sus abusos y eso sí que lo aprendimos pronto y porque a base de hostias por su parte y porque mi madre nunca aceptó que pudiera pasar eso, pues pasaba que si me quejaba que me habían sobado mi lindo culito, era equivalente a que mi madre se arremangara y me caían un millón de hostias añadidas y por malo y por mal pensado y por ir por ahí diciendo cochinas mentiras. 60 años más tarde, hubo un tío o varios que hicieron una asociación y para hacer una denuncia colectiva a esos curitas de ese colegio, y yo la denuncia me pareció muy bien, pero había dos problemas, el primero era difícil de resolver ya que la mayoría de curitas pederastas ya habían muerto y el segundo era que sabiendo que esa denuncia no llegaría a ninguna parte y porque los autores estaban ausentes (supongo que estarían todos en el infierno), pues que eso, que sabiendo eso, que a mí en concreto no me apetecía nada contar mi historia personal en referencia este tema en concreto y porque al final, valoré si aquello me había producido grandes traumas en mi vida y concluí que no y que más tarde tuve otros traumas peores qye más daño me hicieron.

No hay comentarios:
Publicar un comentario