LA MUERTE DIGNA
Cuando se te presenta de sopetón una oportunidad delante de tús narices, debes saber al menos torearla. Es bueno que lo inesperado presente sus credenciales, aunque sea de esa forma, de repente y sin previo aviso. Lo importante es que las alarmas te las dispara y eso te hace sentirte vivo. A veces, es verdad que lo novedoso no trae noticias buenas y si te coge con las defensas bajas, menuda hostia te llevas. Pero que sería de nosotros sin nuevos retos, sin nuevos desafíos, pues que seríamos unos huevones y por eso necesitamos estar siempre estimulados. Cuando las cartas te vienen malas, al principio te quedas en blanco y sólo sientes que te cagas pata abajo. Es la fase del gran hostión. Al cabo de un buen rato si por fin has conseguido mantener una cierta distancia de lo que te agobia, empiezas a repasar tú situación, mejor dicho tú nueva situación y es cuando te replanteas lo que habías pensado anteriormente. Ësta es una fase de lucha, donde se enfrenta lo nuevo a lo viejo, en un determinado momento te confirmas lo que ya pensabas antes del último evento y en otros momentos vas cediendo e introduciendo lo nuevo. En ésta fase poco a poco vas admitiendo nuevos planteamientos y por tanto ya te vas adaptando a la nueva situación. Al final del día, si ese día fué lo suficientemente productivo, ya casi te das por vencido y ya estás planteandote como enfrentarte, ya vas planificando tú estrategia y vas concretando como afrontarla para el siguiente día. Ésta es la fase de asumir el problema y de planear la estrategia de ataque.
Ahora, si ante el problema nuevo y resulta que tiempo atrás, éste problema ya te lo habías encontrado, pues mejor que mejor, pues de alguna manera ya estás medianamente preparado. Siempre te queda el factor sorpresa y pero una vez pasada la fase de pasmo, ya parece como si todo te sonara y en realidad es así, todo te suena por haberle dado, previamente, mil vueltas.
Todo esto viene a que con el tiempo que llevo escribiendo, yo voy observando ciertos temas recurrentes y uno de ellos es el tema de la muerte. Había y la hay, una amiga que me preguntaba porque me salía con tanta frecuencia el tema de la muerte y claro muchas veces me lo he planteado y ésta vez voy a intentar explicar el porqué, no es un asunto que me resulte fácil de explicar, pero por lo menos lo voy a intentar.
Yo durante mucho tiempo viví abrazado al miedo y ese miedo, aunque era abstrato, a veces tenía una concreción que se representaba en la muerte. Sí, el miedo a morir, ese miedo ancestral, ese miedo con frío, ese miedo eterno. Claro que ese miedo se recrudecía con más fuerza, en grado proporcional al miedo vital. Es decir, cuanto más inseguro me encontraba en un momento vital, más fuerza cobraba el miedo y su punto final siempre era el miedo a morir. Creo que durante largos años, yo viví en un estado letárgico, en un estado pre-morten, solo pensaba que yo ya había vivido lo suficiente y que había visto todo lo necesario, por lo que no necesitaba ni más vivencias ni más experiencias nuevas. Pensaba que ya era inmune a nuevas sensaciones y sentimientos. Era vivir en la antesala de la muerte, en el cuarto de al lado, ya siempre dispuesto a tenderme sobre el féretro. A veces, dejaba ir la imaginación hacia derroteros muy negros y por tanto, ya no me valoraba en vida y como vía de escape llegaba a imaginar que quizá sería más valorado una vez muerto. Bueno supongo, que ésta idea es común a todos los deprimidos del mundo, pues no es una idea muy novedosa, es una idea muy común en todos los que se sienten derrotados y yo durante unos cuantos años, para mí muchos, yo estuve a la cabeza de esa legión tan desconocida, que son los depresivos. Ahora, con el paso del tiempo y con la perspectiva que te da la distancia, yo miro hacia atrás y me acuerdo de la oscuridad y como detrás de ella no había más que más oscuridad. Para los normales, entre los que ahora por suerte me incluyo, les parecía muy fácil dar el consabido consejo: tienes que salir del pozo porque en el mundo aún hay muchas cosas y venga a repetirlo y repetirlo y tú sólo asomabas la cabeza y te venía directo un misil, que por cierto aún era más negro. Los hay que basaban sus recomendaciones en la disciplina y la voluntad, con disciplina se puede, lo que tienes que hacer es planificarte el día y cumplir todo lo que tienes apuntado, como si fuera una lista de la compra. De todas formas no quiero ridiculizar demasiado éste punto, pues creo que un cierto grado de disciplina es necesaria en el depresivo. En el depresivo impera el desorden y la falta del ánimo y el desorden te lleva a más desorden y cuanto más desorden en el mismo grado te aumenta la depresión. La falta de ánimo ya es otro cantar, intentan que veas mariposas y flores donde tú sólo ves mierda y por tanto la insuflación de ánimo está abocada al fracaso. Como los terapeutas se dieron cuenta de la jugada y a falta de una terapia psicológica que fuera efectiva para elevar el ánimo, pues buscaron la vía biologicista y se pusieron como locos a buscar sustancias que actuaran de mediadores del estado del ánimo y hoy en día hay todo un arsenal de medicamentos que actúan en los neurotransmisores y a todos estos se les llamó medicamentos estabilizadores del ánimo. Algo deben hacer, pues hay personas en las que funciona, pero en otras inexplicablemente no sirven ni para hacer cosquillas. Supongo, que será como todo, pequeñas sumas de las diversas terapias, combinadas u ordenadas, con o sin medicamentos, aplicando disciplina y orden, todos éstos factores ayudan a intentar salir de la depresión.
Ahora es muy fácil buscar las causas. Pues cuando estás despejado y el ánimo te invade, es fácil hacer análisis y proyectos, es fácil marcarse disciplina y ver el aspecto positivo de las cosas. Pero la diferencia es abismal, al estar mal contigo mismo y en consecuencia con el mundo que te rodea, no encuentras ni de coña la luz al final del túnel, todo es túnel para tí y vas dando palos de ciego. Y cuando se está bien y me refiero por bien, a estar animado, a saber enfrentarte a los problemas, a meter la pata y saber salir de ella, todo esto conforma un estado de bienestar (como suena esto, que palabra tan manida por nuestros políticos). Entonces ¿que es lo que no funciona?. Si realmente lo supiéramos no habría estados del ánimo diferentes, por lo que pienso que son necesarios ambos polos de la película, el estar bien y el estar mal. Lo único que podemos aprender es a manejar las herramientas, a intentar modular los estados de ánimo que se bandeen hacia un extremo y con una premisa, que se necesita visitar los dos polos, lo único que marca la frontera es el tiempo que se está en uno de ellos. Si hablamos del depresivo, que coñazo es aguantarlo. Y si hablamos del tonto positivista, el que no es capaz de ver el lado malo de las cosas, éste además de coñazo, es empalagoso y corto.
Con lo que del ánimo es un concepto abstrato y que cada uno tiene su propia tecla para ser activado. Uno se anima practicando surf y otro se anima leyendo o las dos cosas a la vez, pues no son excluyentes.
! Joder!, ya me fuí de nuevo por los cerros de Úbeda y me perdí hablando de depresiones. A lo que yo en principio iba, que cuando se está dentro del submundo de la depresión hay muchos momentos que te pones a esperar a que simplemente llegue tu hora y por tanto de alguna manera te vas familiarizando con la muerte, la abrazas y la haces tuya y si no cometes el simple acto de matarte o suicidarte es por pura cobardía y porque en el fondo, siempre te agarras a una esperanza, aunque sea mínima, el caso es que te agarras a ella. Claro que cuando uno está en el pòzo, tú actitud ante esa esperanza es esperar comodamente sentado, es como si esperas que te vayan a regalar una ración de ánimo, en definitiva es una actitud totalmente pasiva.
Despues de pasar largo tiempo sumergido en ese submundo, aún no sé que coño a cambiado para yo poder dar el paso y salir de ese pozo. Referente a la muerte, de tanto que la deseas y la abrazas que hasta le coges miedo. Yo quería morir, pero quería hacerlo despues de vivir mucho más o sea yo tenía la esperanza de dejar de abrazarla. Y ahora, por fin, lo he conseguido. Hablo tanto de ella, pues para mi es un reto, ahora debo enfrentarme a la muerte y perderle el miedo, no el respecto, sino el miedo. Para ello debo prepararme, analizarla y sobre todo poder disfrutar del tiempo que me queda, pues estoy seguro que yo si voy lleno de vida, el miedo a morir no será tan traumático.
Y éste aspecto, el de la muerte, como el de la vejez, no es una tontería, ni le doy tantas vueltas porque me guste comerme el coco. Habría que preguntarse cuantas personas fueron más o menos consecuentes con sus ideas y con su vida y cuando se acerca la hora de la muerte, amén, van y se cagan y toda su consecuencia se va a tomar por culo. ¿ Por algo debe ser?, digo yo. Yo tengo claro que es simplemente es porqué se va acercando la muerte y en la medida que te vas viendo más impedido vas rebajando tús ideales vivenciales. Muchos pensadores e idealistas, al llegar a viejos, se vuelven pragmáticos y egoístas y es verdad que muchos se vuelven como niños, como niños no, !peor que niños!. Sólo hay que ver sus peleas en los viajes del Imserso, son capaces de matar por comer primero, pues en el fondo lo que se vuelven son seres muy primarios : comer, caca, pis y a la cama a dormir.
Y en esas estoy, echandóle un pulso a la muerte. Yo sé que ella siempre lo gana, morir me moriré seguro, pero lo que estoy intentando es que mientras le echo el pulso, es buscarle sus cosquillas, para así poder reirnos juntos, para asi llegar a morir dignamente. Morir dignamente es tan importante como el resto de tú vida y por eso, en definitiva, me atrae tanto la muerte, pero me atrae la muerte digna, exclusivamente.
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