Pues resulta que sí, que el hambre puede ser un estímulo, pero
relatizable en el tiempo, claro. Lo he comprobado ya varias veces, con
ese punto de hambre y donde tú estómago ya está pidiendo el libro de
reclamaciones, y empieza a hacer ruidos de cañerías vacías, ahí es
cuando en el punto álgido del hambre, es cuando mejor se escribe. Lo
tengo comprobado científicamente y a veces, como hoy me someto a dieta
voluntaria, simplemente para ver hasta donde llego. Quizá sean las
prisas por sacierte las que te obligan ir a toda hostia y entonces el
ingenio se agudiza. Hombre se agudiza y de verdad que se agudiza, el
problema está que si pasas de una hora estirando las ganas de papear,
después te vas a la nevera y te comes hasta los alimentos congelados.Por tanto está bien experimentar, pero con cautela, pues lo que ganas en ese momento después lo pierdes con creces. Pues el postpandrio después de la enchenta de la nevera, es de armas tomar y al final, siempre acaba igual, acaba en siesta. Pero bueno, para eso estamos, para jugar con las cosas y a cada cosa sacarle su jugo. Claro que el hambre agudiza el ingenio durante un rato, después ya no es hambre es hambruna y la hambruna no agudiza nada, en tal caso agudiza las ganas de robar comida o sin más, cogerla prestada. Para mí es un juego perverso, pero para millones de personas es una necesidad vital y eso es otro cantar muy distinto.
Lo del hambre que agudiza el ingenio no es la única conclusión que he sacado de mi experiencia escritora. Por ejemplo, el sitio donde escribo. Ese sitio es una mesa muy prosaica, una mesa normal y prou, pero la silla es silla, o sea a mi no valen sillones muy cómodos para escribir, porque si no te acomodas. Por tanto la silla debe ser buena, pero tipo espartana, dura y sencilla, de las que te deja el culo aplanado o sea que el culo lo notes por estar incómodo, pero sin pasarse, porque si no con poner un palo y metérmelo por el culo, asunto solucionado y tampoco es cuestión de empalarse para escribir un poco. Así que ni fu ni fa, una cosa mediana, dura e incómoda, pero que no se pase de espartana, una cosa es la incomodidad y otra diferente, es la tortura china.
Por último, el sitio o mejor dicho el lugar en donde escribo. Normalmente lo hago en la misma mesa y a veces varío de habitación, por habitaciones y por espacios diferentes en mi casa, como que sobran. Por tanto es en mi casa es donde escribo, en el curre ya resulta más difícil y supongo que será por el estado de alerta, ese estado en que siempre te hace estar dispuesto a salir escopetado y entonces todas tús energías se enfocan hacia el mismo sitio. Digo yo, que será por eso.
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