MEDICINA Y ASERTIVIDAD (Aniquilación)

Mi relación con la medicina es como en cualquier relación, es de amor y odio, hay momentos buenos y otros no tan buenos y otros fatales, pero en el fondo la tipa, me atrae. Es como una atración fatal, me atrae y voy detrás de ella y cuando me estoy relamiendo del gusto, zas me pega el gran palo. De todas formas, hay que matizar lo del palo, pues no es la medicina en sí, el que me lo pega, es su entorno y me refiero a los médicos y en concreto a los médicos con carguito. Pululan por los pasillos de sus jefes supremos y van en fila india y como corderitos y esa sumisión después la pagan con sus subalternos. Pero lo me encrespa y en eso los diferencia de otros jefecitos de otros ramos profesionales, es su verborrea pseudocientífica y no basada en la evidencia, bueno en su evidencia, sí y bajo esa máscara médica, debajo tiene su verdadera cara, la cara de que en realidad le importan una mierda los pacientes y la medicina y sus compañeros, a ellos sólo les preocupa quedar bien delante de sus jefes. Elos van con su halo beatífico dando bendiciones o dando hostias, según en el bando en que te encuentres. Y ahora me vais a decir que estos payasos los hay en todos los curros y yo os digo que sí, que en todos lados cuecen habas, la única diferencia que se dá entre ellos es el tipo de verborrea que usan.

                            Y claro yo podía hacer la política del avestruz y meter mi cabeza debajo del ala, pero yo no nací para eso, no nací para callar y ser pisado y sé que pasar de ellos, es la solución más práctica y por eso no la critico, pero yo no soy así y no sé callarme. Eso que ultimamente tengo el silencio en mi boca y ya no protesto tan descaradamente. Ahora, si me preguntan, cuidado porque me salen sapos y culebras por la boca. No sé tendré que ir a un curso de asertividad, de esos que te enseñan, a que cuando te dan una bofetada tendrás que poner la otra mejilla. Hay que joderse con la asertividad de mierda, y es que estoy hasta los cojones de ella, en algunos cursos, en master y hasta muchos psicólogos y psiquiatras cren en ella, no todos, por suerte.

                            Me acuerdo del último ejemplo que me pusieron y voy al grano: resulta que vas a comprar unos zapatos y te llevas los más que te gustan, sólo faltaría y al llegar a casa ves y observas, que uno de ellos tiene la suelas totalmente despegada y cuando vas a reclamar al que te vendió los putos zapatos, va y te dice que no, que allí en la zapatería estaban enteros y que los pegue en casa con pegamento. Bueno hasta aquí la historia y ahora viene lo bueno, según la asertividad, debes decirle de buenas formas y con mucha educación que no, que los zapatos ya estaban así, despegados y si el tío insiste en que no, pues debes armarte de más paciencia y seguir explicándole el tema y sin perder en ningún momento el control de la situación.

                      Pues mi postura era distinta, yo cogería los zapatos y se los metería directamente por el culo. Vamos a ver, un tío así te está chuleando y ante un chulo hay que darle una respuesta que esté a su nivel y no es otra que hacerle comer los zapatos. Por un lado te está diciendo que tú eres un tramposo, pues te dice indirectamente, para mí más directo imposible, que tú los despegaste en casa y por otro te está llamando gilipollas a la cara, pues te viene a decir que te vayas a tomar por culo y no hay más. Si fuéramos asertivos, seríamos gilipollas integrales y el hazme reir de los cabrones, que los hay a patadas. Que es eso de ser tan baboso y dejar que los cabrones se salgan con la suya, menudas soluciones aporta la asertividad, y es más, si yo fuera el vendedor aún me estaría riendo y contándoselo a mis amiguetes: y resulta que el muy gilipollas se llevó el zapato despegado para casa para pegarlo, ja, ja, ja,... hay que ser gilipollas.

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JULIO CORTÁZAR