Lo que nos diferencia a las personas de los animales, no es que nosotros pensemos, no señor, lo que nos diferencia es que nosotros comemos sobre una mesa y usemos platos y cubiertos, en el resto no es que seamos iguales, es que los animales son más humanos que nosotros. Hemos creado una sociedad que es de todo menos solidaria, es competitivas y hasta el extremo, es envidiosa hasta las raíces, es vengativa y lo es hasta la médula, es injusta, es egoísta, es... Es tantas cosas y no precisamente bonitas, que a veces cuando uno ve una película en la que se acaba el mundo, el mundo en el que vivimos, uno llega a pensar que esa es la única salida, la destrucción total y masiva. Y sobre esas ruinas se empezará de nuevo, quedarán cuatro gatos, uno malo y tres buenos, igual que en las películas, pero los tres buenos son tan buenos, que siempre acaban ganando.
O sea lo que diferencia el antes y después de la destrucción total, es el número de personas, pero nada más, si antes eran miles de millones de personas, después quedan cuatro y vuelta a empezar el nuevo ciclo. Pero nada ha cambiado, el bueno es bueno y el malo es malo, lo que no cuentan que el malo siempre se gana algún bueno para su causa y al final hay guerra entre los cuatro que quedan. Esta es mi visión del mundo, mejor dicho de las personas que lo habitamos, ¿negativa?, pues yo creo que realista. ¿En que ha cambiado el mundo desde que le cogió el gusto a las guerras?, en nada, bueno si en algo, en aumentar el potencial bélico y que las armas de cada vez sean más destructivas, así que de negativo nada de nada, más positivo imposible. La única solución que hay, es que el mundo explote y que no haya supervivientes
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